Capítulo Tres

33.7K 2.6K 3.7K
                                    

(Canción: Idk you yet [cover] de Zach Hood)

<< 3 >>

La única vez que he salido en todo el puente de octubre había sido el viernes por la noche cuándo fuimos a aquella discoteca. Aunque los recuerdos los sigo teniendo ligeramente borrosos. Recuerdo estar bailando con mis amigos, de ir a pedir agua y del chico que me dio mi bebida.

Había intentado dibujar su rostro en mi mente y había algo que me resultaba familiar de él, sin embargo, sigo sin ser capaz de decir que es exactamente.

Vuelvo a remover la cucharita dentro de mi café. Me había acostumbrado —en cuatro días— a pasar el día durmiendo y eso de despertarme temprano no es mi cosa favorita. Bueno, creo que el de ninguno. Mar se acababa de ir a abrir la peluquería en la que trabaja a tres calles de nuestro apartamento. Iván sigue dormido en su habitación y Hugo está sentado a mi lado con un desayuno que yo tan temprano no podría comerme.

—¿Saldrás este fin de semana con nosotros? —habla Hugo con voz somnolienta.

Levanto la vista de mi café observándolo confundida.

—¿Ein?

—Se me olvidaba lo empanada que eres Inma.

—¡Oye!

Hugo niega con la cabeza, divertido. Una puerta abriéndose interrumpe nuestra pequeña conversación. Iván sale de su habitación vestido solo con un calzoncillo y ni siquiera se inmuta en nuestra presencia dirigiéndose directamente a la nevera.

—¡Quién haya hecho el café le como la boca! —grita. Aunque esté a dos metros de nosotros.

El rubio que tengo en frente de mí enarca una ceja y yo frunzo el ceño.

—Ha sido nuestra querida Inma...

—Pero no hace falta que me comas nada —digo sonrojándome al instante.

—¿Un besito en la mejilla? —pregunta Iván al sentarse en la silla que está a mi lado.

Me encojo de hombros y me deja un sonoro beso en la mejilla. Hugo ríe y se levanta de la mesa, marchándose a su cuarto después.

—La resaca qué, ¿bonita?

—El café lo soluciona todo —responde él a mi pregunta, enseñándome la taza de la bebida humeante—. Pero Lara, Miri y Mar acabaron peor.

—¿Mar? Si se ha despertado la primera.

—¡Qué martirio!

Río ante su drama. No soy consciente de lo que había echado de menos reírme así. Y pensar que había estado evitándolos desde que había vuelto del pueblo de mis padres.

—¿Qué desayunes con nosotros significa que almorzaras con nosotros también?

—Puede.

—Sabes perfectamente que ese puede es un sí.

—¿Para qué preguntas entonces? —pregunto irritada.

—Había echado de menos irritarte.

Hibi ichidi di minis irritirti —lo imito.

—Eso no tanto.

—Pues te fastidias. —Dejo la taza en el lavavajillas.

—Inma, ¿tienes diez o veinte?

—¡Todavía tengo diecinueve!

—En unas semanas ya no —me pincha. Estruja mis mejillas, haciendo que boquee como un pez—. ¿En quince estás para irnos?

Tres amores y medio | 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora