Prólogo.

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¡Christopher me volvería loco!

La intensidad que manejaba mi hermano estás semanas era bastante insoportable, se que fue un gran shock llegar a Chicago después de casi dos años y encontrarse que tenía una hija por eso me tiene de acá para allá haciendo todos los trámites para que legalmente sea una Meitzner y tenga todos los derechos a su fortuna.
Estaba a pocos papeles de que Madison sea una Meitzner por completo, todavía recuerdo esa tarde que la conocí con sola verla sabía que era mi sobrina, esos inconfundibles ojos grises y ese cabello rubio eran nuestra fatal herencia pero conocer a Megan, su mamá también me sorprendió porque era una chica de tan solo veinte años que no le tenía miedo a nada, mi hermano se había buscado una mujer de carácter y eso me gustaba mucho.

- ¿Qué sucede ahora, Christopher? - pregunto al recibir su llamada.

- Necesitamos una nueva secretaria, acabo de despedir a la que teníamos - me responde como si nada.

- Puedes dejar de despedir a las secretarias, ninguna te conforman - bufo.

- No es mi culpa que sean ineficientes y sumado al echo que quien seducirme tampoco olvidemos que han tratado mal a Megan, no puedo permitir eso - lo escucho gruñir y pongo los ojos en blanco.

- Está bien Christopher, ahora me encargo de la nueva secretaria - digo cortando su llamada.

Definitivamente mi hermano mayor me volverá loco, agradecía que haya vuelto a ocupar su lugar en la empresa porque me dejaba más tiempo a mi para trabajar de lo que me gustaba, había aplazado bastante mi profesión de abogado haciéndome cargo de los negocios familiares era momento de volver al ruedo.

Iba manejando por la calles de Chicago estaba a una cuadra de la empresa, miro unos segundos mi celular encontrándome con diez mensajes de Emma que directamente los borro por completo.

¿Por qué carajo no se guardar el pene?

Ahora tenía una loca detrás mío que insistía demasiado con volver a verme, encima para completar era la mejor amiga de Megan mi próxima cuñada y me temía que la impertinencia de mi pene nos traiga problemas, mi hermano me mataría por eso debía juntarme con esa chica para dejar todo claro.

- ¡Mierda! - exclamo frenando de golpe el auto pero igual toca a una mujer que cae al piso.
Rápidamente bajo de mi auto como loco para ayudarla.

- Señor Meitzner - dice cuando nuestras miradas se encuentran.

- Lo siento señorita, la llevaré al hospital - hablo nervioso mientras la gente comienza acercarse a dónde estábamos.

- Puedo sola - asegura pero trata de levantarse y la sostengo porque se queja de dolor en su tobillo.

- Iremos al hospital - sentencio tomándola entre mis brazos para subirla a mi auto.

Sabía lo que debía hacer porque de lo contrario podía tener una demanda por abandono de persona en la vía pública además fue mi culpa haberla chocado por pasar un semáforo en luz roja.

- No hace falta señor - repite cuando empiezo a manejar al hospital.

- ¿Tú me conocés, no? - consulto.

- Es mi jefe - responde.

La miro unos segundos nuevamente, me tomo el atrevimiento de verla con atención, su hermoso cabello ondulado negro caía sobre su rostro, solo podía observar la curva de su nariz pero ella definitivamente no se me hacía conocida.

- Disculpa tenemos tantos empleados que no los reconozco - me disculpo avergonzado.

- Estoy trabajando hace dos meses, dudo que pueda conocerme - me mira. - Trabajo en la recepción de Hall central - agrega.

- En el grupo de Sheila - acoto chasquendo la lengua.
Otro de mis problemas por no saber guardar el pene como se debe.

En verdad tenía muchos problemas con las mujeres, en si porque me aburro rápido de ellas y no puedo ser fiel a una sola.

- Si ella es mi jefa - murmura.

- Mi hermano es tu jefe, ella solo es una subordinada de nuestro staff - declaro apretando con fuerza el volante de mi auto.

- Gracias señor Meitzner - dice cuando la dejo en el consultorio para que vea su pie.

- ¿Cómo te llamas? - consulto acomodando un mechón de su cabello detrás de su oreja.

Ella se queda paraliza con mí acción. - Judith Manning - contesta con sus mejillas coloradas.

Se veía tan dulce.

- ¿Qué le sucedió señorita? - la voz del doctor me hace dejar de observar a la sonrojada mujer enfrente mío.

- Creo que se me torció el tobillo - responde.

- ¡Cuidado! - intervengo al ver cómo ella se queja cuando el doctor la toca.

- Estoy trabajando - contraataca el doctor mirándome mal. - Al parecer es un esguince de primer grado, te mandaré hacer una placa para descartar alguna fractura - agrega sonriendo a Judith cosa que me molesta.

- Gracias Doctor - responde tratando de bajarse de la camilla pero la tomo entre mis brazos. - Puedo caminar señor Meitzner - asegura riendo cuando salimos del consultorio.

- Puede pero no lo voy a permitir, por mi culpa está así - afirmo caminando con ella entre mis brazos.

Después de hacerle una radiografía, asegurarnos que solo era un esguince y tomar todas las medidas de cuidado, la llevo a su departamento sin pedírmelo la vuelvo a cargar hasta la puerta de su hogar mientras ella me guía.

- Gracias señor Meitzner - dice apenada.

- Te pido disculpas, no te preocupes que en la empresa diré lo sucedido para que puedas hacer el reposo por tu tobillo - declaro con seguridad.

- Hola - ella justo atiende su celular. - Los siento señorita Sheila ... - dice preocupada y le quitó el celular.

- Estás despedida - le dice la mujer detrás del teléfono.

- ¿Quién te crees tú para despedir a alguien de mi personal? - espeto molesto.

- Señor Meitzner - murmura sorprendida.

- Que sea la última vez que te escuché que le hables así a una de tus compañeras, la próxima semana la señorita Manning pasa a ser la secretaria de mi hermano y espero que se empiece a ubicar en la forma en la que habla - sentencio cortando la llamada.
Miro a la chica. - No estás despedida y como escuchó será la secretaria de mi hermano - agrego.

- Señor Meitzner - murmura.

- Es una orden señorita Manning - afirmo. - Cuídese y nos vemos en una semana - digo con seguridad.

Me despido de la chica de pelo negro y cuando vuelvo a subir a mi auto me tomo el tiempo para suspirar, capas había tomado una mala decisión al llevar a Judith como secretaria de Christopher, pobre de ella con el insufrible de mi hermano pero iba a estar ahí impidiendo que la despida como a las demás.

La señorita Manning parecía muy diferente a las otras secretarias.








Detestable Amor (2°PA)Where stories live. Discover now