Capítulo 33.

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Dominic.

Nunca pensé que iba a casarme ni muchos menos tener hijos, pero llegó está mujer a romper todos mis esquemas y ahora la debo llamar esposa para el resto de mi vida. Una de mis mejores locuras y decisiones fue casarme con ella, ahora es mía porque no dejaría que nada ni nadie se meta en nuestra relación, eso significaba tener que enfrentar a su familia cuando se enteren lo de nuestra boda y lo del embarazo. Se que reaccionarán mal, al ser una familia conservadora, pero como Jud me dijo es su vida y ella decidió estar a mi lado sin importar nada.
Cada día que pasa, amo mucho a más a mi esposa y suena raro pero me encanta, mi esposa es lo mejor de esta vida.

- Dom - se queja al sentir mis besos en la curvatura de su cuello. Está madrugada nos habíamos casado en Las Vegas y solo hace tres horas decidimos descansar después de una intensa noche de bodas, no hay lugar de esta habitación que no la haya usado para hacerla mía en todas las posiciones posibles.

- Debemos volver a casa - murmuro sobre su cuello.

- Me duele - musita al sentir como mi mano sube por su pierna.

- Vamos a bañarnos - digo sonriendo al sentir como su mano tantea mi pene y comienza a mover con lentitud haciendo que me recueste en la cama dejando que mi esposa acaba con mi erección matutina. Jud no solo usa su mano, sino que sus labios bajan a tomar la cabeza de mi miembro para introducirlo en su boca y ¡Mierda!

¡Jodida boca la de mi esposa!

Después de darnos un baño, tomar nuestras pequeñas cosas que trajimos, ya Conrad con Antón nos esperaban para volver a Chicago, mi madre cuando se entere de la boda se volverá loca y querrá matarme, pero vale la pena después de todo no imagino una mejor boda que está, fue maravillosa, a nuestra manera.

- Díganos señor - habla Antón después que vemos que Jud se queda dormido en el asiento del jet.

- Debemos buscar un gato - comento suspirando. Está madrugada nos habíamos encontrado con el ex de mi esposa, no tenía idea que ese bastardo había huido con sus ahorros y con su amado gato, encima para completar el idiota lo había perdido.

- ¿Un gato? - cuestiona Conrad frunciendo su ceño.

- Un idiota llamado Brandon Cetemi le robó su gato - saco mi celular para mostrarles la foto del pequeño gato negro con blanco, que tenía una manchita en forma de corazón en su mentón. Espero que lo encontremos, le prometí eso. - Este es el animal, se que será difícil, pero les prometo que si lo encuentran les duplicare su salario - agrego suspirando.

- Lo intentaremos, señor -  comenta Antón haciendo que le envíe la foto a su celular para empezar la busquedad.

Podría comprar o adoptar otros gatos, pero Jud quería eso y como todo buen esposo cumpliría con ese capricho de mi esposa.
No eran muchas horas de viaje de Las Vegas a Chicago, así que me puse a trabajar en algunas cuestiones legales de la empresa mientras mis guardaespaldas hacían lo suyo y dejábamos a Jud descansar, solo pensar en ella me hace mirar mi mano izquierda donde llevo ese anillo que me hace decir que soy suyo para toda la vida y así será.

- Cariño, es hora de despertar - digo acariciando su cabello.

- ¿Llegamos? - consulta con sus ojos cerrados.

- El jet acaba de aterrizar - le informa dejando un beso en su mejilla.

- Te amo, Dominic - susurra dejando que esos preciosos ojos negros me observen.

- Te amo, Judith - afirmo acercando mis labios a ella, mi esposa. No iba a cansarme de repetirlo, la amo y lo mejor de mi vida es ella y nuestros futuros hijos.

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