Cansado de la monotonía de la vida, decidí coger mi carro y maneje por siete horas hacia la costa, no todo en la vida puede ser trabajo, debemos recordar que nuestra estancia en la tierra es corta.
Me fui hasta un lugar apartado dónde no había huellas de algún ser humano, caminé hasta llegar a unos roqueríos que estaban escondidos, se veían inexplorado.
Ingresé a través de una cueva que por lógica me llevaría al otro lado de la playa, así fue como descubrí un paraíso en esta tierra avasallada.
La cueva estaba algo obscura y de momentos creía ver ciertas sombras, llegué al final de ella y estaba ante una de las grandes maravillas que la naturaleza esconde.
Sentado frente al mar cerré mis ojos para dejarme llevar por el vaivén de las olas, de pronto un canto me inundó los oídos de una bella melodía, abrí mis ojos y una niebla el lugar cubría.
Sentí miedo al ver como la niebla se esparcía, un escalofrío recorrió mi cuerpo, cerré mis ojos para alejar el miedo, el canto se escuchó más fuerte y claro de nuevo.
Era una melodía angelical de esas que solo ves en películas, me sentí por un segundo observado, sentí temor un miedo confuso, miré alrededor y ante mis ojos estaba algo inimaginado.
Una mujer me observaba desde unas rocas al interior del mar, no tenía piernas, solo una larga aleta pude contemplar.
Su mirada era tan fuerte que podía hipnotizar, se alejó rápidamente y la niebla entre aquellas rocas se volvió a posar.
Es como si aquella mujer controlara el tiempo, se alejó y el canto entre la niebla se dejó de escuchar dejando un momento incierto.
He vuelto al mismo lugar por cuatro años y solo su canto e podido escuchar, no la e vuelto a ver, tampoco se su nombre, pero sé que es una sirena y es real.
Cada vez que me siento agobiado por el cansancio de la vida, tomo mi carro y me dirijo hacia el mar, allí el canto de la sirena me devuelve la paz, su canto me entrega amor y de paso me da libertad.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.