No sé cuál sea mi condena pero cada vez que pasas me apresas a tu corazón, es esa mirada la que confunde mis letras y mis palabras tartamudean a un solo son.
Son el detalle perfecto para escuchar la bella melodía de su sonrisa en su máxima expresión, me declaro enamorado aunque no estoy hecho a la perfecta ocasión.
Ocasión de tenerla frente a frente y no poder decir cuan bella es su presencia, exagerados van mis ojos recorriendo su mirada que no sé si lo siente ella, pero a suspiros el alma me perpleja.
Perpleja veo su mirada y al parecer se siente intimidada, creo que le he dado en el mero corazón una certera estocada, que gran barrida de latidos le he dado, veo su semblante algo sonrojado.
Sonrojada está la muchacha de mirada triste como el vaivén de una ola desbocada, contemplar sus pómulos rosados me hace pensar que tal ves exista una remota posibilidad de enamorarla.
Enamorarla sería como conquistar el mundo sin un imperio, sólo contra el mundo, esto es algo serio, pensar en que pueda de su mano tomar y mis labios entre los de ella pactar un sello.
Sello mis brazos sobre su espalda mientras contemplamos el universo, que imaginación más placentera da la imaginación cuando el subconsciente está en un lapso dónde no corre el tiempo.
Tiempo necesitamos a solas para pasar de la imaginación a la realidad, soñar es gratis pero es mejor dejar de soñar y volver al punto donde la puedo enamorar.
Enamorar es complicado cuando la desconfianza es la novedad que me aqueja, soy más fiel a mis dilemas que a la moraleja que mi historia de amor nos deja.
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