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–¿Qué fue lo primero que viste al entrar?

Restregué las manos en la tela negra de mis pantalones y tragué saliva. Miré hacia una de las paredes, para luego mirar los pequeños y alargados ojos de mi jefe. Noté mi labio inferior temblar al intentar responder.

–Una pistola. Lo primero que vi fue una pistola. La noté sobre mi frente.

Observé que Mingi fruncía una de sus cejas, como si no se esperase esa respuesta.

–¿Qué pasó después? –siguió con el interrogatorio.

–Me dejaron inconsciente.

–¿Dejaron? ¿Taeyong y quién más?

–Cheng Xiao. Su novia, o ex-novia... No estoy seguro.

–Continúa, por favor.

Vi las rojizas marcas que adornaban mis muñecas. No parecía que fuesen a desaparecer fácilmente. Llevaban ahí desde que Taeyong me quitó las ataduras de las manos en esa habitación blanca, lo que a mi parecer había ocurrido hace un siglo.

–Desperté en una parte de su casa que no había visto nunca antes. Estaba vacía y no se oía nada. Toda ella era blanca, y sólo había una ventanita en la puerta que me comunicaba con el exterior de la casa. Supuse que iba a matarme, pero en realidad me retenía allí para negociar por mi vida con vosotros. Él mismo me lo dijo.

Me detuve un segundo al recordar algo, y decidí omitir el suceso con Bom, mis alucinaciones con la chica pelimorada que me daba pistas para salir. Desde que ocurrió aquello evitaba pensarlo, y no quería recordarlo.

La mirada de mi jefe seguía insistiéndome para que siguiera relatando mi curiosa aventura. Me alegraba estar de vuelta en la organización, e irónicamente me alegraba de tener esa pesada mirada sobre mí de nuevo.

–Encontré la manera de salir –proseguí– Pero Taeyong me pilló desprevenido deambulando por los pasillos y otra vez ocurrió lo mismo, perdí la consciencia.

Al salir de la casa y volver a la tranquilidad que me proporcionaba el saber que ya nadie me estaba amenazando de muerte, mis órganos vitales parecieron volver a la vida junto conmigo. Mi estómago dolía de hambre y mi garganta se sentía seca. Pasaba mi lengua por mis labios con la inútil intención de aliviar lo cortados que estaban, y por un momento mi mente viajó.

–San –Mingi agitó una mano frente a mi rostro– Céntrate. ¿Qué ocurrió después?

Mi cansada mente trabajó una vez más. "¿Qué ocurrió después?"

Jung Wooyoung

–Me condujo hasta una sala oscura –respondí diligentemente. Entrecrucé los dedos de mis manos sobre mi muslo, como si ese acto pudiese hacerme parecer más inocente.

–¿Qué había ahí?

–Sonaba una canción de rock desde dentro. Cuando abrió la puerta vi a San atado a una silla.

–¿Sólo estabais vosotros tres?

–Sí.

Suavicé mi mirada aún más, como un perro que agacha las orejas ante su amo al hacer una travesura. Tenía el temor dentro de mí de que me fueran a hacer lo mismo que había hecho yo horas antes. Ahí comenzó el verdadero arrepentimiento, y mis propios pensamientos de culpa me atormentaron. Había matado personas.

–¿No estaba presente una tal Cheng Xiao?

Ladeé la cabeza.

–No. Bueno, sí –hizo una mueca confusa– A ver, al principio no, más tarde llegó pero no hizo nada. Miraba y ya está.

INCIPIENTE - woosanWhere stories live. Discover now