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—Joto... ¿No?

Canadá había preguntado a alguien sobre el significado de esa palabra, el contexto, la forma usada para hacer bromas crueles y hasta del insulto que podría llegar a ser dependiendo de la situación.

No quería volver a escuchar aquella palabra dirigida hacia él.

Por eso había extendido una toalla colorida, de tono rosa pastel, que hasta ese punto le pareció bonita, pero que planeaba desechar junto con todo lo demás que dispuso sobre esta.

Brillos labiales, sus esmaltes favoritos —que por suerte nunca usó cuando estuvo con México—, iluminadores y labiales que su padre solía regalarle porque servían para resaltar la belleza natural de quien lo usara, un juego de sombras brillantes que usaba cuando ayudaba a Nueva Zelanda a maquillarse, y su bolígrafo de aroma.

Admitía que muchas cosas las compraba porque simplemente le parecían bonitas.

—Estoy haciendo lo correcto, ¿verdad?

Le hablaba al vacío mientras miraba todas sus cosas y suspiraba una vez más.

Envolvió todo, lo metió en una bolsa plástica, y la dejó en la basura.

Ya todo estaría bien.

Pero se preguntaba, ¿por qué le dolía tanto?

No quería que México lo volviera a mirar con reproche y hasta con cierto...

—Asco... Él sentía asco por mí... ¡No! ¡Solo era por el brillo labial!

Y al final...

No pudo...

Volvió a recoger la bolsa y a recuperar sus cosas...

Pero luego volvió a tirarlas...

Y las recuperó de nuevo...

Se sintió tan frustrado que terminó llorando en la sala, con un desastre en el suelo, porque en medio de sus dudas había roto algunos esmaltes y saboteado su mesita de noche.

—Mon amour? ¿Qué sucedió?

Fue Francia quien encontró a Canadá en ese desastre y pensó lo peor... Pero no tuvo que hacer más que consolar a su pequeño Canadá hasta que este se calmó y terminó por contarle el motivo de sus lágrimas y frustraciones.

—Quiero a México, papá... Y no quiero que me vea de esa forma de nuevo... Pero ahora ya no sé qué debo hacer.

—Lo que debemos hacer es recoger esto —Francia sonrió con ternura ante su niño—, devolverlo a su lugar en tu cuarto... y luego tomar té e ir a algún lugar bonito.

—Pero...

—Confía en mí. Te sentirás mejor cuando todo vuelva a como era antes.

Francia ocultó su enfado por el bien de Canadá, lo hizo como tantas otras veces hizo ante las dificultades, porque no era de perder los estribos en situaciones complicadas.

Pero cuando se aseguró de que su niño estaba bien, confiado, con el mismo brillo de antes, y tras haberle explicado que gustar de cosas lindas no era malo... Se dirigió hacia quien se atrevió a lastimar a su pequeño.

Solo dios sabía cuán enfadado podía verse Francia, lo cruel y despiadado que se volvía, y lo decidido que estaba a mandar al demonio todo.

Porque juraba que México no volvería a acercarse a Canadá otra vez.

No sin cambiar esa estúpida creencia.

No sin que antes él lo aprobara.

No ahora...

No en meses...

No en años...

Simplemente no...

Notas finales:

Mini-historia sad porque ya era hora.

Nubes [México x Canadá]Where stories live. Discover now