El día después de mi reunión con Mehmed fui al jardín como estaba arreglado y él estaba allí.
Esbozó una gran sonrisa cuando me vio y se acercó, dejando una pequeña pila de libros.
- Perdón por la demora, tuve que atender a Sultana antes de irme.
- No te arrepientas hayatim, llegué temprano.
Enarqué una ceja cuando lo escuché llamarme con tanto cariño. Tosió levemente para disfrazarse y señaló los libros apilados en el suelo.
- Traje algunos de mi propia colección, puedes quedarte con ellos después de la escuela, para reforzar.
- Gracias, no sé cómo agradecerle eso.
Desde que llegué hace dos meses, esta es la primera vez que me siento emocionado por algo. No debería haber sabido lo importante que es esto para mí, pero podría agradecerle eternamente por eso.
Entonces empezaron las clases. Mehmed fue paciente y me ayudó lo mejor que pudo. Después de ese día no dejamos que más nos encontraran, él siempre traía nuevas actividades y libros que me pasaba la noche leyendo para que pudiéramos comentar el otro día.
A lo largo de las semanas me sentí feliz, pero el tipo de felicidad que se le da a algo más que simplemente aprender otro idioma.
Podía sentir, en cada toque y discurso, cada sonrisa tímida y cada mirada oculta.
Me estaba gustando. Peor, enamorando.
Podría estar seguro de que algún día, cuando solo pensar en dejar tu lado me trajo un dolor anormal al corazón.
Me encantó cómo me sonreía, tan dulce y feliz como si yo fuera especial, cómo me miraba como si fuera el mundo entero y cómo me llamaba "hayatim" como si yo fuera eso, su vida.
Por difícil que fuera, no me rendiría, ser Mehmed era la única felicidad genuina que tenía en este palacio e incluso si al final el dolor me abrumaba, me quedaría con él.
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- Maldita sea! Emine tenía que llegar tarde hoy! Ahora llego tarde! - murmuré caminando lo más rápido que pude.
Uno de los otros sirvientes de Sultana Şah llegó tarde, así que tuve que tomar su lugar e irme más tarde para mi descanso. Mehmed debe estar esperándome y no puedo correr por los pasillos.
Mis pensamientos se interrumpen cuando me encuentro con algo. Un gemido de dolor se me escapa y finalmente levanto la cabeza.
No es algo, alguien.
Un hombre muy guapo con expresión confusa.
- Qué está haciendo, señorita ?! Delante de ti está el príncipe Mustafa! - me gritó un hombre al lado del príncipe.
Rápidamente me incliné y volví la mirada al suelo. El príncipe era lo que me faltaba. Si toma este golpe como una ofensa, solo Dios sabe lo que me pasará.
