𝐿𝑙𝑒𝑔𝑎𝑛𝑑𝑜

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Pasaron seis meses y lo que antes era desconfianza ahora se ha convertido en una certeza. Mi enorme barriga dejaba poco a la imaginación, en realidad, era mucho más grande de lo que podía imaginar.

Nurcihan no era tan grande y le encantaba repetirlo todo el tiempo. Ella había dado a luz hacía meses y tuvo una niña, para su disgusto. Mehmed había enviado una carta con instrucciones y un nombre, Humaşah, me había gustado.

A pesar de esto, ella seguía comportándose de manera grosera y tratando de manejar el harén con la excusa de ser la única que tiene un hijo con el príncipe, a pesar de ser una niña. No me importaba, era un dolor de cabeza reservado para Rabia Kalfa.

Con casi un año pasado, Mehmed volvería, la guerra había terminado por lo que decían sus cartas y estarían de regreso hoy, así que me tomé mi tiempo para prepararme en el espejo.

- Ya te ves bonita Hasret. - repitió Amelia y puse los ojos en blanco.

- Soy enorme, enorme Amelia! Cómo puedes decir que soy hermosa? Apenas puedo ponerme de pie. - Gemí y ella suspiró.

- Por eso comes demasiado. - Ella respondio.

- Tengo hambre todo el tiempo, qué puedo hacer? - Lo lamenté y Clara se acercó a arreglarme el pelo.

- Esto es normal, volverás a ser tú cuando salga el bebé. - Comentó Clara empezando a trenzarme el pelo.

No había estado muchas veces en la enfermería, me dolía estar allí para enterarme del bebé sin Mehmed, así que debió haberme revisado un par de veces durante todo el embarazo, pero dijo que comer mucho era normal ya que el cuerpo había para alimentar a otra persona también.

Froté mi vientre preguntándome si este bebé realmente lo necesitaba todo cuando una punzada de dolor me golpeó. Gemí y pronto Amelia estuvo de mi lado.

- Qué sucedió? Que estás sintiendo? - Preguntó alarmada.

Clara dejó el cepillo sobre la mesa y corrió a mi lado.

- Dolor de espalda. - murmuré y otra puñalada me golpeó haciéndome gritar un poco.

- No se ve así, voy a llamar a la enfermera. - dijo Clara mirándome preocupada y se fue poco después.

Amelia me ayudó a sentarme en la cama y apreté las sábanas cuando otra puñalada me golpeó, esta vez sintiendo algo húmedo corriendo por mis piernas.

- Amelia. - finalmente llamé sintiéndome un poco asustado por la situación.

- Está bien, está bien. - murmuró tranquilamente ayudándome a acostarme.

Me retorcí de dolor con la primera contracción.

- No puede nacer ahora, es demasiado pronto. - Lloré entre contracciones mientras ella sostenía mi mano.

- Viene la enfermera, respira.

La enfermera llegó momentos después, yo ya estaba sudado y lloroso, retorciéndome en la cama sintiendo el peor dolor del mundo. Ella me registró y dijo que el bebé realmente iba a nacer, así que comenzó a hacer los preparativos.

En medio de gritos, llantos y dolor, cayó la noche, Mehmed no había llegado ni el bebé estaba cerca. Ya estaba exhausto y ronco de gritar, pero todo parecía ir lento en comparación.

- No puedo soportarlo más, Amelia, no puedo soportarlo más. - Lloré con otra contracción y me estrechó la mano mientras Clara ayudaba a las enfermeras.

- Puedes hacerlo, quieres ser una buena madre recuerdas? - respondió ella apresuradamente removiendo algunos pelos de mi frente sudorosa.

La noche se convirtió en amanecer y el dolor parecía no tener fin. Desearía que Mehmed estuviera aquí o mi mamá, daría cualquier cosa por que mi mamá estuviera aquí ahora. Cerré los ojos y traté de concentrarme en su voz, en lo que me diría si estuviera aquí.

𝐇𝐀𝐘𝐀𝐓𝐈𝐌, mehmedWhere stories live. Discover now