𝑀𝑎𝑛𝑖𝑠𝑎

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Las semanas pasaban con lentas torturas y pronto nos íbamos. Mehmed iría a la guerra y yo a Manisa. Llegaría a esa provincia de la misma manera que llegué a ese palacio, completamente solo. Nadie estaría ahí para mí, ni siquiera Mehmed y eso me asustó más que nada.

- Quiero tus pensamientos sobre mí. - La ronca voz del sueño de Mehmed me sobresaltó y me hizo girar para mirar su hermoso rostro al amanecer.

Pasamos nuestra última noche juntos antes de separarnos y ahora por la mañana tendría que empezar a prepararse y marcharse. También tendría que prepararme y partir poco después, siguiendo sus órdenes, iría a Manisa con un pequeño séquito.

- Me preocupa. No quiero estar lejos de ti. - Solté nerviosamente y él se rió.

Me acerqué a su cuerpo y lo abracé sintiendo su mano ir a mi cabello para acariciarlo.

- Te escribiré todos los días y cuando menos lo esperemos estaremos juntos. - Su voz tranquila me hizo abrazarlo aún más fuerte.

- Prométeme que volverás con vida. - Ordene sintiendo que se reía y me reí sin poder evitarlo.

- Prometo mi hayatim.

Se levantó primero y pidió que le trajeran la comida para que podamos pasar unos minutos más juntos. Comimos y bebimos hablando y besándonos como si no fuéramos a vernos nunca más y al final de la comida tuvimos que separarnos.

Me encontré con su mirada amable y hermosa sonrisa con ojos llorosos y salté para sentarme en su regazo y esconder mi rostro en su cuello. Sus manos inmediatamente llegaron a mi cintura, acariciándola.

- Estaremos juntos muy pronto. - Prometió y acepté sollozando.

Mi príncipe nunca rompería una promesa.

Me aparté de su cuello y miré hacia arriba para encontrarme con su rostro, sus manos vinieron para enjugar las lágrimas que caían tanto como intenté aguantar. Me acerqué a sus labios lista para besarlo por última vez, pero retrocedí cuando nuestras bocas se rozaron.

 Me acerqué a sus labios lista para besarlo por última vez, pero retrocedí cuando nuestras bocas se rozaron

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- Yo te amo. - Dicté sin aliento con el cosquilleo que sentía con solo estar cerca de él.

- Yo te amo más. - Gruñó contra mis labios y luego los robó en un beso lleno de pasión.

Suspiré contra él y me acomodé en su regazo lo suficiente para abrir sus pantalones. Me levantó por la cintura y luego me sentó con fuerza en su grosor haciéndome gemir en sus labios.

Con movimientos frenéticos, la habitación se llenó de nuevo de gemidos y gruñidos. Sus caricias me hicieron temblar y sus labios nunca dejaron de besar mi cuerpo. Finalmente llegamos al clímax gritándonos el nombre del otro.

Sin una palabra más, nos besamos lentamente, todavía temblando de placer, y en silencio acordamos dejar nuestros votos de amor por las cartas, por el momento, en el tiempo que aún teníamos, nos disfrutaríamos el uno del otro.

𝐇𝐀𝐘𝐀𝐓𝐈𝐌, mehmedWhere stories live. Discover now