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Música a todo volumen, luces de colores parpadeando en todo el lugar, personas bailando con frenesí en medio de la gran pista y otras más alrededor en mesas distribuidas a lo largo de los tres pisos visibles, bebiendo, fumando, conversando y demás.

Por lo lejos, un rubio corría por el lugar, desesperado por alguna razón, hasta que pudo llegar a lo que parece ser su destino, el baño.

— ¡Mierda, mierda, mierda! Por favor que no sea, que no sea.

El rubio, ahora ya en el lavamanos, murmuraba mientras se lanzaba grandes cantidades de agua, intercalando su vista de vez en cuando en el espejo que se encontraba de frente a él.

Estaba respirando profundamente, viendo algún cambio en sus ojos y con un miedo constante en su cuerpo. Escurrían pequeñas gotas de agua en su cabello, mojando aún más su camisa por lo largo. Cogió rápido un par de toallas de papel y comenzó a secarse para salir de ahí antes de que alguien lo viera. O él viera a alguien.

— Quien haya sido me las pagará — tomaba con más fuerza toalla tras toalla — Jodido Barman, seguro le pagaron bien. — Hizo bola todo para tirarlo al bote — Imbécil.

Se miró al espejo un par de segundos más — Tengo que salir de aquí.

Dio algunos pasos directo al umbral de aquél sitio, quería llamarle a mina y pedir le recogiera antes de que pasara alguna mierda de la que se arrepintiera, pero, aunque fuese un buen plan, algo estaba haciendo reacción en su cuerpo y no era nada que él quisiera.

Su corazón estaba acelerando al pasar el tiempo, comenzaba a sentir un ligero temblor en las manos y sus respiraciones más rápidas y profundas se hicieron mucho más evidentes.

Si lograba llegar hasta la salida del lugar, podría encontrar a su amiga, esperándolo para llevarlo a casa y entendiera la situación; pero el universo no estaba tan de acuerdo con sus metas y mucho menos con quién debía encontrarse.

Cuando estaba a punto de llegar a la puerta, ésta terminó abriéndose en su totalidad, permitiendo dejar entrar a un chico aparentemente de su edad, más alto, cuerpo fornido, cabello con un color parecido al violeta y debajo de esa mirada del mismo color que su cabello, tenía ojeras que le daban un toque muy sexy y salvaje. Era Shinsou Hitoshi, uno de los malditos playboys del lugar.

Su sola presencia le asqueaba, o por lo menos así se engañaba. Esta ocasión no era una excepción, si no fuera porque sentía perder el equilibrio, habría salido a grandes zancadas y velocidad más rápida.

Trató de evitarlo, pero falló por mucho al disimular estar bien, tanto que mejor el otro chico se hizo a un lado cuando el rubio no pudo sostenerse y prefirió recargarse en la pared más cerca.

— ¿Te encuentras bien? — Habló el más alto con cierto toque de preocupación

— Cómo si te importara. — Contestó fastidiado.

— No tendrías tanta suerte. — Dijo socarrón.

— Vete a la mierda, ¿no venías a otra cosa?

— Tsk.

Shinsou se alejó hacia donde estaban los mingitorios, listo para su misión. De reojo veía como Kaminari seguía recargado en la pared, perdiendo cada vez más el poco equilibrio que le quedaba,

— ¿Estás seguro que no quieres ayuda? Cada vez estás peor.

— Metete en tus asuntos, Shinsou.

— Oye, no significa que te vaya a dejar morir aquí. ¿Te imaginas si se llevan a este hombre a la cárcel? — Señalándose con autosuficiencia.

ShinKami- OS +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora