El día que nací

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El gen salvaje:
P 02
Raykhan

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El día que nací

Mi estadía en el laboratorio fue igual de "placentera" que la del resto de los experimentos. Una verdadera tortura cada día,y eso desde mi nacimiento.

Recuerdo con exactitud los últimos meses de mi gestación,fue en ese entonces que mi memoria comenzó a retener la información,cuando comencé a preguntarme cosas,a ser conciente de mi mismo y de lo que me rodeaba,ese líquido en el que flotaba no era todo lo que había... No podía ver lo que había más allá de esas paredes que me envolvían protectoramente,pero los oía...

Reconocía las voces provenientes de afuera del interior cálido que me resguardaba, siempre eran las mismas;la única voz que no escuchaba y la que más quería oír,era la de mi madre. Según las voces del exterior,la mantenían dormida para que no supiera de mi existencia. Yo por mi parte,trataba de despertarla,pateaba y le daba jalones de ese cordón que nos unía,pero mamá no despertó... Hasta el día que nací.

Recuerdo que ese día grité y grité,mucho y muy fuerte, pidiéndole que no dejará que me alejaran de ella.

—¡Mami! ¡Mami! ¡No dejes que nos separen! ¡Mami! — o eso fue lo que creí que hacía, porque la verdad,lo que salía de mi boca no se parecía en nada a esas palabras que se habían formado en mi mente.

Lo que salía era más como un alarido que otra cosa. Y luego, sentí el frío mientras era alejado de ella.

Sólo una vez se me permito ver a mamá...

—Dile hola a mami — ordenó el doctor Slade esa vez.

Pero esa sola vez fue suficiente para grabarme su rostro. El más bello de todos ellos.

Después de eso todo fueron estudiados, experimentos y castigos.

Al principio,los primeros días fueron tranquilos,solo se ocupaban de mis necesidades igual que las del resto de los híbridos neonatales que nos encontrábamos en el área de los cuneros,como la llamaban las cuidadoras. Ellas se encargaban de vigilar nuestro desarrollo por órdenes de aquel que respondía solo al nombre de Doctor Slade.

Comer,dormir y depurar era lo único que hacíamos, día tras días hasta que dejé de contar,para entonces ya se habían sumado muchos días. ¿Qué como lo sé? La kigeni a cargo de mí llevaba la cuenta,fue gracias a ella que aprendí a contar:

—Día uno... — dijo el día que nací y el doctor Slade me entrego en sus brazos sin permitirme ver a mi mamá y me dejó bajo el cuidado de aquella mujer de cabello anaranjado,ojos oscuros y rostro regordete,no era muy agraciada que digamos pero al menos no sentía repulsión al verme,como sus compañeras que descuidaban a las otras crías a su cuidado.

A ese le siguió el día dos y luego el tres,y así,sucesivamente los días se fueron acumulando uno tras otro hasta que llegaron las agujas y dejé de contar. Para entonces,los cuneros se convirtieron en el área infantil y llegaron otros niños muchos más grandes que nosotros y que tenían un aspecto muy diferente al nuestro,mis compañeros y yo les teníamos miedo.

Sus bocas estaban llenas de colmillos y sus manos tenían como agujas muy largas que cortaban y sus cuerpos... Algunos tenían plumas otros un pelo muy grueso, había incluso quienes tenían manchas o escamas,y sus ojos eran de lo más aterradores,solo había una cosa que todos teníamos en común. Todos nosotros,los grandes y los pequeños les teníamos miedo al doctor y sus experimentos.

Al principio solo nos extraían sangre,que para analizarla... Después,comenzaron a inyectarnos cosas que nos enfermaban,para que nuestros organismos los combatieran y crear a partir de eso medicamentos que combatieran los virus que ellos mismos creaban.

—Parecen tan humanos — había dicho una de esas veces mi cuidadora.

—Hasta que escarbas debajo de su piel — le respondió el doctor Slade mientras raspaba con un bisturí la piel de uno de mis brazos.

No les importó cuantas veces les grité que no lo hicieran,que me dolía,yo no me podía defender y menos lo intente cuando uno de los niños más grandes sí se defendió y lo castigaron con un bastón electrónico,eso también parecía muy doloroso así que me aguanté,no quería que me electrocutaran a mí también.

—No tardan en salirle las plumas y las alas — señaló el doctor mientras analizaba la muestra de piel que me arrancó.

Y no se equivocó.

Meses después,una noche,mientras dormía en mi jaula,me despertó una comezón por todo el cuerpo y comencé a llorar a gritos despertando a los demás,no me importaba cuanto me rascara,cada vez la sentía más y más.

Ninguna de las cuidadoras vino a ayudarme y mucho menos algún doctor, quién menos esperé que me ayudará fue uno de los madár, echó talco para bebé en un lienzo limpio y con ello me frotaba la piel,lo que me aliviaba la irritación.

Tiempo después las plumas comenzaron a brotar. Pero esa comezón no se comparó en nada con el dolor atroz que sentí cuando se comenzó a abrir mi espalda.

Por momentos el dolor era tan fuerte que me desmayaba y no sabía de mí por horas,lo que no estaba tan mal en realidad, así no sentía dolor y podía soñar con mi papá. Soñaba que él venía y nos rescataba a todos.

Pero luego despertaba a la triste realidad y el dolor volvía y los kigeni's en lugar de aliviar mi sufrimiento,seguían su progreso y lo registraban como parte de sus investigaciones. A ellos no les importaba ninguno de nosotros,solo sus avances científicos y descubrimientos.

Sólo nos teníamos a nosotros,a nadie más.

—Ya,ya pasó... — me acunaba una madár de plumas azules,una de esas noches en que no podía dormir atormentado por las enormes alas que comenzaban a salir en mi espalda,estaban creciendo,pero no tan rápido como yo esperaba.

Ya quería que esto se terminará,no sabía cuánto más iba a poder soportar.

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Pobre pajarito cuánto sufre sin papá y mamá 😭😭😭😭

Besitos emplumados 💋💋💋💋💋

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