4.

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-Perdone, ahora llegarán los que faltan- se excusó Daichi, mientras le hacía un gesto a Asahi.

-Suga, dice Daichi que cuándo llegarán los que faltan...- murmuró con su habitual timidez el as.

Era sábado por la mañana; primer día del campamento.

Hinata y Kageyama llegaban diez minutos tarde al autobús, y el conductor comenzaba a exasperarse.

Estaba lloviendo, y un fuerte viento soplaba en dirección a Sugawara, que permanecía fuera del vehículo para recibir a los jugadores restantes.

Bufó de mala gana, y volvió a llamarlos.

-Uh... Papa mode- susurró Tanaka desde la primera fila.

-La han vuelto a liar, perdónelos- añadió Daichi disculpándose mientras le daba conversación al hombre al volante.

Al fondo del bus, se encontraban juntos Tsukishima y Yamaguchi, uno escuchando música, y el otro mirando por la ventana. No hablaban, a diferencia del resto de compañeros. No tenían la necesidad de ello.

Cualquiera que los viera percibiría rápidamente lo compleja que era su relación.

El peliverde repiqueteaba los dedos contra su muslo, nervioso.

El rubio se dio cuenta de que su amigo observaba con pena al vice-capitán, que se erguía de pie en mitad de la lluvia, empapado.

Sin decir una sola palabra, cogió algo de la mochila y bajó bajo la atenta mirada del pecoso.

Tadashi pegó la cara al cristal, justo a tiempo para ver al chico tenderle un paraguas al peligris, y volver a entrar al autobús.

-¿Contento?- dijo sonriendo sarcásticamente Kei.

A Yamaguchi se le iluminaron los ojos.

-Tsukki, eres el mejor.

-Tsk... Calla Yams- ordenó girando la cara hacia la ventanilla para ocultar su sonrisa.

Finalmente, aparecieron los dos jugadores de primer año, corriendo con las mochilas sobre la cabeza.

-¡¡Suga!! Lo sentimos mucho, es que se nos ha pasado la hora...

Sugawara suspiró y sonrió alzando las cejas.

-A mí no me pidáis perdón. Os está esperando Daichi dentro, y os ha guardado dos sitios a su lado. Venga, adentro.

Los pequeños palidecieron.

-Suga... ¿Nos vas a dejar solos con él?- preguntó Kageyama soltando el brick de leche que llevaba en la mano.

-No me hagáis esperar más chicos- siseó impaciente el capitán, asomando la cabeza por la ventanilla, y haciendo un gesto para que se sentarán junto a él.

Entraron a regañadientes, y se sentaron.

Durante el camino, Tsukishima y Yamaguchi durmieron apoyados el uno en el otro, mientras compartían auriculares.

-Tsukki, déjame poner algo por favor- pidió arrebatándole el móvil de la mano espontáneamente.

El rubio, en vez de quejarse, asintió y dejó que su amigo se acercara a él todo lo que quisiera.

Hasta el mínimo contacto le hacía feliz, por lo que cuando las cálidas manos del pecoso sostuvieron las suyas, no pudo evitar sobresaltarse.

-Oye, ¿En qué mano tienes la huella dactilar para desbloquear el móvil?- preguntó mirando sus palmas dedo a dedo.

||𝙂𝙤𝙢𝙚𝙣, 𝙏𝙨𝙪𝙠𝙠𝙞|| (𝙩𝙨𝙪𝙠𝙠𝙞𝙮𝙖𝙢𝙖)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora