5.

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Tras la copiosa cena, los jugadores atravesaron el pasillo que llegaba a la entrada del edificio.

Tadashi caminaba junto a su mejor amigo; la creciente preocupación por su estado invadiéndole la mente.

-¿Seguro que estás bien?- repetía cada diez minutos el chico.

-Yamaguchi, no te preocupes- le contestaba el otro, cada vez más pálido.

-Daichi y yo vamos a pasear, ¿Os apuntáis?- ofreció Sugawara, apoyando el rostro en el pecho de su novio.

Como era de esperar, nadie quiso ir con los mayores a pasear. Ni siquiera Asahi, que exhausto, se fue a los baños termales para relajarse.

Kageyama y Hinata corrieron hacia la pista para jugar un partido nocturno con los del Inarizaki y el Shiratorizawa.

El resto se fue a una discoteca cercana, a excepción del capitán del Nekoma y su chico, que marcharon a una sala de juegos.

Ya solo quedaban dos personas allá. Sus respectivos alientos se transformaban en leves bocanadas de humo, que les congelaban los pulmones.

Ambos se percataron de algo, y mirándose de reojo, soltaron una carcajada al unísono.

//Flashback//

-¡Tsukki, mira! Soy un dragón- chillaba un niño de ocho años mientras exhalaba con energía el aire invernal.

-Yamaguchi, no seas tonto. Además, te puedes hacer daño si respiras aire helado- respondía otro chico subiéndose una bufanda estampada con pteranodones.

-¿Y si en vez de un dragón soy un dinosaurio que echa humo?- sugirió sonriente el pequeño Tadashi.

Kei sonrió ampliamente, y corrió a abrazar con sus cortos brazos a su amigo.

-Serías un dinosaurio muy guay, Yams.

//Fin del flashback//

El rubio rió mientras acariciaba la cabeza de su amigo, como si este fuera un niño.

-¿Qué dinosaurio quieres ser, Yamaguchi?

El pecoso rodó los ojos avergonzado mientras reía y apartó la mano de su mejor amigo.

-Tsukki, vamos a la habitación, que tienes que descansar.

-Claro que sí, Yamanasaurus- dijo volviendo a carcajear con fuerza, causándole dicha acción una tos desagradable.

Yamaguchi estiró su mano hasta llegar a su frente. Frunció el ceño; estaba ardiendo.

Lo agarró de la camiseta por el costado, y comenzaron a andar hacia la habitación.

-Tienes mucha fiebre, ¿Por qué no lo has dicho antes?

-Tampoco estoy tan mal, tranquilo- trató de calmar Tsukishima a su compañero, fallando en el intento.

-Pero es mi culpa. Si no hubiera sido despistado no estarías enfermo.

-¿Alguna vez te he dicho que le das muchas vueltas a las cosas?- mencionó mientras entraba a la sala rodando los ojos.

Yamaguchi le lanzó una mirada de reproche, y lo acompañó hasta su cama.

Ambos podían sentir la creciente tensión. La atmósfera de por sí era inusual; las luces estaban apagadas, y solo les iluminaba la tenue luz de la luna y las estrellas.

||𝙂𝙤𝙢𝙚𝙣, 𝙏𝙨𝙪𝙠𝙠𝙞|| (𝙩𝙨𝙪𝙠𝙠𝙞𝙮𝙖𝙢𝙖)Onde histórias criam vida. Descubra agora