Primeros pasos

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Los EMS acudieron fugazmente al coche estacionado en la entrada del hospital. Al toparse con un Volkov acribillado por heridas de bala, lo introdujeron de urgencia para someterlo a una cirugía por la cual extraerían el artefacto y, con suturas, coserían la herida. Horacio aguardó en la sala de espera durante horas para recibir noticias del hombre, tanto positivas como negativas. Afortunadamente todo transcurrió según lo previsto, por lo que el ruso sería dado de alta tras unas revisiones finales. Cuando lo vio atravesar el umbral de la puerta con el brazo y hombro cubierto por gruesos vendajes sintió una sensación de choque por la misma impresión del momento, mas estaba dichoso al ser conocedor de que pronto el comisario se recuperaría en su totalidad.

—¿Es usted familia de Viktor Volkov?— interrogó el médico con naturalidad. Ambos hombres se tensaron, así que con celeridad hicieron una seña que denotaba negación.

—Soy un compañero de trabajo, es mi superior.— simplemente respondió, aparentando serenidad. Volkov lo observó en silencio, cabeceando afirmativo.

—De acuerdo señor, entonces su firma valdrá para validar el papeleo de la operación.— Horacio desenvainó la tapadera del bolígrafo que le otorgó el profesional, firmando las hojas correspondientes.— Perfecto caballero, le informo a usted sobre el postoperatorio. El paciente deberá tomar analgésicos cada 8 horas, 4 si el dolor es punzante y muy prolongado. Paracetamol y enantyum serán suficientes para calmar las molestias. Aún así, probablemente necesitará rehabilitación para volver a movilizar el hombro correctamente.— el adulto asintió continuadamente como prueba de su entendimiento.— Procure que descanse, ha pedido el alta voluntaria.— el varón tornó al ruso, sorprendido. Éste no le miró, simplemente avistaba el coche a lo lejos.

—Davai.— pronunció el convaleciente, incitando a andar hacia el coche. Ambos agradecieron al médico, encaminándose hacia el punto ya establecido. Una vez a la altura de Putin, se introdujeron dentro del mismo y en la misma posición en la que arribaron: Horacio conduciendo y Volkov de copiloto.

—¿Lo dejo en casa?— inquirió el oficial.

—10-5, lléveme a comisaría.— instigó, pero el pelirrojo lo atisbó por el rabillo de su ojo, confundido.

—Volkov, necesita reposo.— evidenció tratando de hallar las orbes grisáceas tras los tintados cristales de las gafas de sol.

—Negativo, tengo aún mucho trabajo.

—Le acaban de operar.

—Me encuentro bien.

—Lo siento, no puedo obedecerlo, Volkov.— el comisario lo miró incrédulo, pero pronto frunció el ceño.

—Horacio, es una orden.— regañó.

—Aquí Horacio, ¿me copian?— lo ignoró completamente, en búsqueda de Conway.

—10-4, bebé.— respondió su hermano del otro lado, con aquella voz dicotómica debido a ser entre melosa y cómica.

—10-4, adelante.— pronunció el superintendente, aguardando noticias.

—Horacio.— insistió el de hebras platinas.— Deténgase, son órdenes de su superi–

—Super, acabamos de salir del hospital.— volvió a interrumpir.— Volkov quiere volver a comisaría.

—Ni de coña, dile que a su puta casa a descansar.— ordenó. El ruso enmudeció al oír el dictamen de Jack.

—10-4.— respondió ahora el ojiazul por la radio, pues se mantuvo silenciado mientras hablaba Horacio. Ambos desconectaron sus comunicaciones.

—Perdóneme Volkov, son órdenes de Conway.— susurró, algo avergonzado por haber desobedecido al varón.— Pero necesita descansar, Gustabo y yo nos encargaremos del papeleo si hace falta.— Viktor observó el perfil del chico, asombrado por la valentía de haber hecho oídos sordos a sus órdenes. Sin embargó, enfrentó la ventana y se mantuvo callado el resto del trayecto.

Intimacy - [Volkacio]Where stories live. Discover now