CAPITULO 3

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Un golpe

Otro...

Un grito...

Un gemido...

Miro a través de las rendijas del armario, el monstruo golpea a Mamá.

Mis ojos se llenan de lágrimas.

Salgo del armario.

-¡NO! ¡No, salgas!- grita Mamá con sus ojos llenos de miedo.

Aquellos ojos que me miraban con dulzura cada noche antes de dormir, aquellos ojos grises brillantes, ahora estaban siendo opacados por la gruesa tela de dolor y preocupación.

Pero no le obedecí. Quería salvarla, quería que él se alejara, que ya no le hiciera daño, así que salte encima del monstruo. Colgada en su espalda lo halaba para que la soltara, pero no logre hacer nada. De repente sentí como el se levantaba, tomaba mis manos y soltaba con brusquedad mis manos. Caí de espaldas al suelo, y lance un grito de dolor, ya que unos de los pedazos del jarrón que había sido lazado por Mamá, se había enterrado en mi brazo izquierdo, en la parte inferior.

-¡MEDDY!- Sollozó/gritó Mamá.

Pero no seguí oyendo su voz, mis ojos se sentían pesados, me sentía cansada, mis ojos aún seguían entre abiertos, como si con solo verla me aseguraba de que seguía ahí porque si los cerraba ella desaparecería. Ella luchaba y trataba con todas su fuerzas de quitarlo de encima porque quería ayudarme con mi dolor y curarme, como todas las madres lo hacen, pero no pudo hacerlo.

Solo pude ver entre borrosamente como el sacaba un arma y apuntaba a Mamá, intente gritar pero no hallaba mi voz, intente con más fuerza pero nadie parecía oírme porque mis ojos se iban cerrando y me iba encerrando en una horrible y fría oscuridad, pero alcance a oír un grito y luego...

-¡MAMÁ!- Di un grito y un jadeo fuerte quedando sentada en mi cama, mis ojos totalmente abiertos asustada, mis mejillas llenas de lágrimas y en mi rostro se encontraba el miedo reflejado en mis ojos. Lloro desesperadamente, sintiendo y viviendo aquello como si fuese hace tan solo unos momentos. Mi pecho duele y mis lágrimas no cesan.

Luego pude ver que no estaba allí, sino que me encontraba en mi pequeño apartamento. Di unas cuantas respiraciones pausadas tratando de calmarme y tranquilizar a mi desbocado corazón. Tomó mi brazo izquierdo pero ya no duele, no como esa vez.

Me gire hacia mi mesita de noche de lado izquierdo, buscando desesperadamente mis pastillas. Me ayudaba tanto con mi depresión como con mis terribles pesadillas, pero esas no eran pesadillas eran más recuerdos vividos del pasado.

(Porquería de mí. Odio esto).

Moví mi trasero a la cocina para poder buscar un poco de agua, al tomar las pastillas regrese a mi cuarto,  me metí bajo mis cobijas y cerré mis ojos tratando de conciliar el sueño.

No había tomado las pastillas por un tiempo, se me ha vuelto agotador tener que tomarlas como si mi vida dependiera de ellos. Y sí, mi vida lo hace pero no quiero, es agobiante solo me hace más consciente de lo que viví y de lo que sufro ahora, solo quiero poder no tener más estos recuerdos.

(A menos de que me tome las porquerías, pastillas)

Ya sintiéndome más tranquila, puedo sentir como caigo en un profundo y tranquilo sueño.

-Sueña bonito, mañana el mundo espera por ti...- susurro, recordando lo que Mama me decía cada noche antes de dormir.

Pero sabía que el mundo ya no me esperaba a mí, sino al intento de persona que me esforzaba ser cada día. 

MI ÚNICA EXCEPCIÓNWhere stories live. Discover now