CAPÍTULO 7

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Hace mucho no lo veía, sabía que no debería de estar pensando en si está o no, pero no puedo dejar pasar por alto sus palabras. Han sido sus palabras las que se me han clavado en la mente y muy posiblemente, en el corazón.

-Medow, ¿podrías tomar el pedido de la mesa tres, por favor?- me dice mi nuevo compañero Aslan. Asiento y me dirijo a la mesa tres.

Aslan había llegado para ayudar. No puedo decir que sea feo físicamente, porque estaría mintiendo, su cabello con corte al estilo militar lo hacen ver muy pulcro, tiene ojos color avellana y su altura, por lo que creo mide 1. 8o cm.

Es extraño, pero de noche se estaba llenando mucho el lugar y puesto que me tocaba a mi y a mi jefe atender y hacer pedidos solos, era necesario alguien para que nos ayudara, además de que mi jefe no podía estar hasta tan tarde, porque tenía unos hijos que cuidar. No tengo idea de donde está su mujer y madre de sus hijos, pero según lo que me contó Elli es que, se había ido y los había abandonado dejando a su marido a cargo de dos gemelos, a su cuidado, sin ayuda de parte de ella económicamente y aunque ya estaban algo grandes no eran todavía mayor de edad así que, necesitan de su padre.

Ya estando a un lado en la mesa tres tomo la libreta para anotar sin aún haber visto al cliente.

-Buenas noches. ¿Qué desea or...- no termino de decirlo último porque mi mirada conecta con aquellos ojos cafés. Él chico de las servilletas había vuelto.

Trato de que no se me note la sorpresa, inclinándome hacia un lado para toser en mi codo y poder retomar lo que iba a decir, tratando de que no se diera cuenta de que me había sorprendido.- ¿Qué desea ordenar?

El me mira por un momento y yo temo que se de cuenta de... ¿de qué? ¿De que leo sus notas?

"No se dará cuenta, no te preocupes. Tú las lees cuando el se va. Es imposible... ¿no?"

Se queda mirándome un segundo más y luego dirige su mirada a la mesa, donde se encuentra su computador portátil y un cuaderno, como si retomará lo que estaba haciendo antes de que llegara.

-Buenas noches. Por favor deme un Café Americano y un croissant.-dice sin apartar la mirada de su computador. Yo anoto y me voy para hacer el pedido.

Me dispongo a hacerlo, pongo todo en la bandeja y se lo llevo. Al llegar tiene la cabeza inclinada y poniendo el dedo anular y el pulgar entre la parte superior de su nariz, en señal de estrés y agotamiento. Me voy acercando con cautela no queriendo molestar pero, a la vez sabiendo que tengo que entregar su pedido.

-...Señor...- él me escucha y levanta la cabeza con una leve sacudida- ...disculpe no quería asustarlo solo que... le traigo su pedido...- digo nerviosa e insegura. - ¿donde puedo ponerlo?...- se que debo ponerlo en la mesa pero la tiene ocupada con sus cosas de... lo que parece ser de su trabajo, esparcido por toda la mesa.

Él lo nota y con cuidado junta unas hojas y las hojas arrugadas las mete en su mochila, logrando que quede un espacio justo al lado izquierdo, para así seguir trabajando en el computador y poder comer a la vez. Me retiro y voy a otra mesa para limpiar las que ya están desocupadas, pero noto como toma una servilleta, luego la pone en la mesa y toma su bolígrafo. Por un momento se forma una sonrisa inconsciente en mi boca, pero al darme cuenta dejo de mirarlo un momento y sigo limpiando borrando todo indicio de emoción extraña de felicidad y anticipación. Levanto mi mirada sin dejar de limpiar y veo que ¡está escribiendo en las servilletas!

"¿Qué escribirás hoy?"

Dejo de mirarlo y sigo limpiando las mesas, pero aun así con la espera de que el termine y pueda ver lo que ha escrito en aquella servilleta.

Cuando termino de limpiar , ya que al pasar un buen tiempo ya se fue desocupado, miro hacia la mesa tres, y el sigue allí. Miró mi reloj y ya va a ser hora de cerrar, son las 11:49 p.m.

-Medow- me llama Aslan. Lo miro y me dirijo hacia donde él está, aparentemente haciendo cuentas. Ya cuando estoy cerca espero a que me diga para que me necesita. -Tienes que decir le al cliente que pronto cerraremos.- Me dice, no levantando la cabeza del cuaderno de cuentas diarias. Asiento y me dirijo hacia él cliente no queriendo interrumpir en lo que se encuentra tan inmerso, pero sabiendo que tengo que decirle ya que de pronto no se ha fijado en el tiempo ni la hora que es.

-Disculpe...-digo algo insegura, y el asiente pero sin levantar la mirada de su computador portátil, luego creo que ha terminado de hacer lo que sea que esté haciendo, me observa esperando que termine.- Cerraremos en 10 minutos.

El se sorprende y mira su reloj verificando la hora. Me mira algo apenado.- Lo siento, ya me iré. Se me ha ido el tiempo volando tanto que, ni me había dado cuenta de lo tarde que era. Le agradezco por decirme.

-No se preocupe, suele pasar. - él se levanta y toma la bandeja para llevarlo al lado de la caja donde se ponen las bandejas usadas, pero yo lo detengo. - No, no se preocupe si quiere vaya y pague la cuenta, son $9.35, y deje que yo limpio y alzó la bandeja.

-No, usted ha de estar cansada solo tengo que levantar esta bandeja, usted hace el trabajo más duro, como lo es limpiar y atender. Déjeme solo levantar esta bandeja.

Yo solo me quedo callada y sorprendida por lo que me acaba de decir. Muy pocas, no, más bien casi ninguna persona hace esto. Desde que le he visto venir el siempre levanta su bandeja, y trata de que la mesa quede como estaba, aunque siempre la limpio por razones de higiene.

El toma mi silencio como respuesta a que puede ir a llevar la bandeja. Aparto la mirada hacia el y la dirijo a la mesa, empezando a limpiarla y en eso veo que en la silla hay una servilleta, de pronto se le ha caído al levantar la bandeja. La tomó y la desarrugo un poco ya que estaba arrugada en una pequeña bola. Al abrirla noto que esta tiene su letra y mi emoción la demuestro con una gran sonrisa.

"Me sumerjo, me hundo,
Suelto mi mente y de ella brotan
Un millar de congojas.
Pero hoy no , hoy me hundo en la delicia de un café
Y la amabilidad de una mujer.
¿Quién es ella? ¿Qué hay en sus ojos?
Son de un color triste, y en su mirada,
No queda ni un poco de esperanza..."

Siento como alguien me arrebata la servilleta, y mi corazón se acelera un poco del susto. Lo miro a él pero ya no es una mirada amable o apenada. Creo que más bien la que tiene cara de apenada soy yo.

- Creo que esta mal leer las cosas de los demás ¿no cree señorita...- Se detiene mirando hacia donde está el botón con mi nombre escrito. - ...Medow?

MI ÚNICA EXCEPCIÓNWhere stories live. Discover now