CAPÍTULO 6

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Cuando Elli se fue, no quería dejarla pero, sé que ella no me dejaría tampoco irme con ella, puesto que trabajaba. Detesto todo lo que está pasando y más que nada porque esto lo está pasando Elli; todo se veía como una completa porquería.

Observe mi reloj y ya eran las 11:00 p.m. en una hora cerraría el lugar, aunque en este momento se encontraba más que nada solo pero hace solo una hora habían unas cuantas personas.

Escucho que alguien entra, y me preparo para atenderle veo que es un hombre, me dispongo air detrás de él junto con la libreta para apuntar su pedido, lo  haría sin ella pero, no me sentiría segura y el tener que estar preguntando a cada rato si lo que pidió es correcto, me pone demasiado ansiosa. Bastante esfuerzo hago con solo decir buenas noches y sonreír.
Sí, no soy la persona más sociable del mundo.

Le entrego el menú y al hombre, pero este levanta la mano negando recibir el menú, en cambio me dice lo que desea. Al parecer es un cliente concurrido.

-Deme por favor, un cappuccino y un emparedado bañado en salsa de mora.- dice directo y sin quitar la mirada de la ventana. Quitando la mirada de él  tomo su orden y me retiro para disponerme a prepáralo.

Cuando me dispongo a ello, no me demoro nada me toma solo 6 minutos en preparar todo. Tres haciendo el cappuccino y tres alistando el emparedado. La salsa se prepara y se vierte caliente. Al llegar donde él está, puedo ver que ha tomado unas servilletas y... está escribiendo...

(Es él... ¡estas escribiendo!.)

Trato de ocultar mi sorpresa y me paro frente a él. El levanta la mirada, aparta a un lado la servilleta en donde escribía y baja las manos de  la mesa, para dejarme poner su bandeja en ella. Al dejarla puedo ver la tinta negra con su caligrafía por casi toda la servilleta... pero decido alejarme rápidamente no queriendo incomodarlo.

(Quiero saber que escribes hoy...)

Apartando toda la curiosidad que tenga, me dispongo a limpiar las mesas que me hacían falta.

Al pasar unos minutos el chico se levanta, y toma la bandeja para dejarla en el mostrador y pasar a la caja. Al  verlo me acerco a él y para recibir el dinero sin ninguno decir nada, pero sabiendo que es lo que hay que hacer. El me da el dinero, lo acepto, da las gracias, le doy el cambio, le digo que regrese pronto y sin más sale del lugar.

Al ver que sale, pongo mi mirada en la servilleta arrugada con algunas gotas de café en ellas. Al tomarla, busco si había más servilletas con letras y frases, pero no, solo estaba esa.

Agotado, solo demasiado cansado,
esperando la tranquilidad y la calma,
vino en un momento dado,
pero como vino, esta salió volando.

El caos se encuentra de mi lado,
un enemigo que nunca se va;
Siento su mano en mi cuello,
y de él ya no puedo escapar.

Mientras la leía, pude sentir su angustia, su desesperación, de cierta forma así era como me sentía. Al terminar de leerla, doblo la servilleta con cuidado de no romperla y la guardo en el bolsillo trasero de mi pantalón.
Miro hacia la puerta por donde aquel hombre había salido y digo para mí misma:

-Las siento, siento tus palabras atravesando mi alma...

Sus palabras me daban curiosidad, pero solo era eso. Era solo sus palabras. Todo lo demás no importaba, solo quería sus palabras.

MI ÚNICA EXCEPCIÓNWhere stories live. Discover now