31: Noticias Espantosas

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Jing Shao colocó a la persona entre sus brazos sobre la cama y podía sentir que esta estaba temblando levemente, por lo que dejó besos en su mejilla en busca de apaciguarlo, antes de levantar una de sus manos y bajar aquella cortina que los dividía en la habitación. Recordando lo que Xiao Yuan le había dicho, estar en un ambiente un poco más oscuro podría disminuir los nervios y los sentimientos de vergüenza de la esposa.

La iluminación de la cama se volvió más tenue en una fracción de segundo, y Mu Hanzhang abrió lentamente sus ojos, luego los volvió a cerrar rápidamente, pero su cuerpo ya no estaba tan tenso como antes. Una cálida mano acarició sus cabellos en la parte superior de su cabeza, tocando en esa zona ligeramente, un beso tan suave como el agua cayó sobre su frente, moviéndose por la punta de su nariz en busca de sus labios, y al encontrarlos, estos fueron tocados con ternura, luego de haber sido descubiertos, gradualmente sus acciones fueron convirtiéndose en un movimiento suave de succión, y luego en mordiscos sumamente dulces.

Jing Shao sintió que la persona en su abrazo estaba ya un poco sin aliento, así que levantó ligeramente su cuerpo, y a través de la luz débil y tenue, sólo podía ver que debajo de él, las solapas de la ropa de esa persona se estaban cayendo a pedazos, su largo cabello suelto, su hermoso rostro ligeramente rojizo, mientras se escuchaba a una jadeante voz que luchaba por respirar, esa persona... Era tan hermosa que no se podía replicar.

Sus túnicas interiores tan blancas como la nieve se abrieron, revelando a un pecho claro  y suave como el jade, pero las mangas de la ropa todavía estaban en sus brazos, medio ocultas como si se escondieran, hecho que se sumaba a aquel romántico trance en el que estaban envueltos. Jing Shao miró a la hermosa escena frente a él, solo sintiendo que su boca y lengua ya se habían secado, inclinándose, chupó a un pequeño frijol.

—Hmmm...—. Mu Hanzhang fue estimulado hasta que dejó escapar un gemido, y luego de inmediato apretó sus labios con fuerza.

Jing Shao miró a su tímido Wang Fei, bajó la cabeza y continuó probando de aquel pequeño frijol que ya había sido tan intimidado que se había tornado de un rojizo color. Simultáneamente, extendió su mano para pellizcar a su otro pezón, girándolo ligeramente y presionándolo, aumentando gradualmente la presión que ejercía en el acto.

—Hmmm... Hmmm...—. El cuerpo de Mu Hanzhang se estremeció, y no pudo evitar abrir sus ojos, mirando hacia la parte superior del dosel para dispersar su atención, y así evitar producir aquellos sonidos tan vergonzosos. Sin embargo, de alguna manera, la persona encima de él aparentemente podía ver su intención, y atormentaba cada vez más a sus dos lastimosos pequeños, incluso usando sus dientes para mantenerlos en su boca y apartarlos suavemente de su pecho.

—Ah... No...—. Mu Hanzhang extendió sus manos queriendo alejarlo; sin embargo, sus muñecas fueron capturadas e inmovilizadas sobre su cabeza.

Jing Shao derramó besos hacia abajo de su mirada, siguiendo a lo largo de su pecho besando hacia arriba hasta su barbilla, luego mordió a una linda orejita, presionando hacia abajo a aquellas muñecas que intentaban resistir con una sola mano, y la otra iba acariciando a ese extremadamente sensible abdomen, trazando círculos sobre él, deslizándose ligeramente, luego, tomando su mano ligeramente callosa, se coló en los interiores de esas túnicas de seda suave como si su mano fuera como una veloz serpiente.

—Hmm...—. Mu Hanzhang torció su cuerpo, pero no pudo esconderse de aquella ágil mano, y una vez que su "raíz de vida" fue agarrada por él con un solo movimiento, de repente ya no tenía la fuerza para resistir, y sólo podía mirar hacia la persona que lo estaba intimidando con su hermoso par de ojos.

Jing Shao al ver a su Wang Fei mirándose lastimosamente a sí mismo, ocasionó que su corazón inmediatamente se derritiera en un charco de agua. Soltó sus muñecas, y agachó la cabeza para besar a esos labios que ya habían sido tan mordidos que ahora tenían secuelas por la hinchazón. Lo sujetó por el cuello, con ambas manos, y rápidamente se quitó sus túnicas interiores, y palpando un poco junto a la cama, pudo luego agarrar a una delicada caja de jade blanco.

El flautista y el vaqueroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora