36: La Retirada de los Estados vasallos

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El Ministro Sun miró impotente al Príncipe Imperial, que estaba corriendo hacia su Wang Fei y exclamaba emocionado. —¡Jun Qing, vamos a comer camarones! ¡Si llegamos demasiado tarde, se agotarán!—. ¿Es este acaso un asunto urgente? Hubieron rumores sobre un Wang Ye frío, cruel y despiadado, entonces, ¿por qué él mostraría una expresión tan sonriente como la de una flor primaveral?

Mu Hanzhang vio al Ministro de Guerra, quien tenía una larga blanca barba parado torpemente frente a la puerta y lo saludó con un tono de disculpa. —Wang Ye tenía prisa esta mañana y no ha desayunado; así que le pido al Ministro que nos disculpe.

—Wang Fei sólo está exagerando—. El Ministro Sun pudo por fin regresar a sus sentidos y le respondió cortésmente a Wang Fei. De todos modos, estaba acostumbrado a que el Príncipe Imperial se fuera puntualmente por su esposo.

Mu Hanzhang le regaló una sonrisa y se fue a comer con su Wang Ye.

Todavía era temprano y básicamente, no había aún invitados dentro del restaurante Huiwei, pero el dueño Zhou, que abría temprano todos los días, ya había limpiado la tienda y estaba preparando todos los ingredientes para la comida que se vendería.

Jing Shao pidió una habitación privada y elegante con vista a la calle en el segundo piso.

—Los cangrejos aún no están lo suficientemente gordos en este momento, espera hasta septiembre para poder comerlos—. Debido a que no había mucho que hacer en su negocio en ese momento, Zhou Jin, vestido de un brillante rosa, se acercó personalmente para tomar sus pedidos.

Con respecto a las túnicas de Zhou Jin, ellos no mostraron expresión alguna de sorpresa.

—Quiero un plato de camarones en salmuera hervidos, un plato de camarones al horno con sal, dos camarones Huiwei, una botella de vino amarillo Shaoxing y dos tazones de arroz—. Jing Shao miró hacia el menú y solo en un instante realizó un gran pedido para ambos. Todos los platos con las palabras "Huiwei" fueron los platos estrella de ese restaurante. Debido a que no era posible conseguir camarones frescos en todo el año, rara vez podían los clientes consumir este plato.

—Cuando coman camarones de agua salada, no deben de beber un fuerte alcohol. En su lugar, les serviré una taza de té—. Le recordó Zhou Jin a Jing Shao.

Jing Shao frunció su ceño, ya que sentía como si le faltara algo si no podía beber vino mientras comía algo tan delicioso.

Cuando Mu Hanzhang se percató de su expresión, llamó al pequeño sirviente de Jing Shao, Yun Song, para que comprara una botella de vino de ciruelas verdes de la tienda de la doncella, que conocieron aquel día en el sur de la ciudad. —El vino suave puede desintoxicar a los camarones a la hora de comerlos. Quizás sería bueno que hermano mayor Zhou también comprara un poco de ello. Estoy seguro de que se vendería bien.

—Esa es una buena idea—. Zhou Jin estaba muy feliz cuando escuchó las palabras que mencionó Mu Hanzhang. —¿Dónde consigues ese tipo de vino de ciruelas verdes que pediste?

Mu Hanzhang le informó de la ubicación. Incluso Zhou Jin, quien ya había abierto un restaurante, aún no sabía cuál era el sabor del vino de ciruelas verdes. Parecía que al negocio de la doncella Mei realmente no le iba muy bien. Dado que Jing Shao iba a cuidar a la señorita de ciruelas verdes en el lugar de aquel soldado Wang que murió en la batalla, era mejor volver más conocido a su negocio que el solo comprar su vino con regularidad.

—Jun Qing, eres muy bueno en los negocios—. Jing Shao peló a un camarón hervido y lo puso en el tazón de su esposo.

Mu Hanzhang recogió esos camarones con sus palillos y los sumergió en la salsa antes de comerlos. Él sonrió levemente y le dijo. —Cuando era un niño, escuché que los descendientes de familias nobles rara vez podían obtener honores académicos en el examen imperial; e incluso si lo hicieran, no es tan fácil para ellos convertirse en funcionarios judiciales. Por lo tanto, aprendí en secreto algunas habilidades en cuanto al comercio, por parte de Yiniang. Pensé que si no podía ser un funcionario, entonces podría hacerme cargo de los negocios de nuestra familia.

El flautista y el vaqueroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora