Era buena

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Lo suficientemente buena
para ver el mar creciendo
a espaldas de los rascacielos,
y por ese mar
que escupía vida,
que escondía colmillos
y supuraba veneno,
por ese mar que podía cubrirlo todo
si quisiera, con un simple abrazo,
por ese mar salvaje juró
que nadie cuyos brazos
no fueran más largos e indomables
y cuyas fauces no fueran más oscuras
e implacables,
podría intentar
asfixiarla de nuevo.

CAFÉ SIN AZÚCAR Where stories live. Discover now