Prólogo

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(Kageyama)

Verlos felices del otro lado de la cancha era triste, porque yo quería estar con ellos, pero no podía...

Verlos tristes cuando perdieron ante nosotros, tampoco fue lindo, porque yo quería consolarlos y no podía. Porque ya no me querían cerca...

Nos estábamos preparando para Las Nacionales, cuando Takeda-sensei nos informo que Aoba Johsai quería tener un partido de práctica con nosotros. Daichi-san aceptó, y yo me prepare.

Nadie lo sabía, ni siquiera Hinata. Nunca se lo dije a nadie, porque no era algo de lo que quisiera hablar... Kunimi y Kindaichi... mi pasado... "El rey de la cancha", eran cosas que prefería olvidar, aunque no podía.

El juego de práctica contra la otra escuela fue duro, muy duro. Al final, terminamos en empate. Ayude a mis compañeros a limpiar el gimnasio, y en un momento, quede justo al lado de uno de mis antiguos amigos... y algo más...

-Kunimi. -Murmure, al tiempo que intentaba alejarme.

-Gran juego. -Me hablo, sin mirarme. -Es una lastima que no jugaras así cuando estabas con nosotros, hubiéramos podido ganar a muchos equipos... -

Lo sabía. No tienen idea de cuanto lamento lo que paso en Kitagawa Daiichi, y si pudiera cambiar el pasado... si pudiera volver atrás, cambiaría todo...

-Lo siento. -Suspire, sin saber si irme o no.

Por suerte para mí, Tsukishima vino a buscarme, y me jaló lejos de Kunimi. Nos despedimos de Aoba Johsai, y empezamos a caminar hacia nuestras casas.

Hinata, Tsukishima, Yamaguchi y yo vivíamos hacia el mismo lado, así que siempre caminábamos juntos, pero ese día, mi mejor amigo y el de mi bloqueador central, tenían que apurarse, lo que me dejo solo con Tsukishima como compañero.

Creí que el viaje a casa sería silencioso, pero no lo fue...

-Oye, Rey. -Escuche a Tsukishima, a mi lado. - ¿Qué hay entre tú y los primeros años de Aoba Johsai? –

No esperaba esa pregunta, no de él.

- ¿A qué te refieres? -Pregunte.

-No soy tonto, note la forma en la que te miran. No es la manera de mirar a un simple amigo. -Tsukishima se detuvo, y yo también. -Sabes, mi alma gemela, Akaashi-san me hizo una pregunta extraña hace unos días. –

- ¿Qué te pregunto? -Trate de desviar el tema.

-Me pregunto porque te convertiste en el Rey de la Cancha. -Tsukishima tenia sus ojos fijos en mí. -Le dije que solo empezaste a volverte obsesivo con el vóley, pero me contesto que no pensaba que tú hubieras sido así siempre, y que probablemente algo te había pasado. ¿Eso tiene que ver con Kunimi y Kindaichi? –

Akaashi-san era listo, más listo que Tsukishima, y ahora me había metido en un aprieto, del que no saldría sin contestar con la verdad. Mi bloqueador central, desgraciadamente, es bueno para detectar cuando alguien miente.

-Sí, y no. -Le respondí. -Puedo contarte lo que paso, pero tienes que prometerme que no se lo dirás a nadie. –

Tsukishima asintió, y por alguna razón, confié en su palabra. Quizás porque, de todos en el equipo, Tsukishima era el único que no divulgaba nada de los demás, a menos que fuera para molestarlos, y sabía cuándo debía detenerse.

Como estábamos cerca de un parque, lleve a mi compañero hasta él, y nos sentamos en una banca. Arremangue mi camisa, y mis muñequeras quedaron a la luz de las lamparás del lugar. Me las quité, y extendí los brazos hacia Tsukishima.

Deseo concedido, pasado reconstruidoWhere stories live. Discover now