Capítulo 3: Época de exámenes

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(Kageyama)

Poco a poco, los días empezaron a pasar, y yo comencé a hacer las cosas diferentes. Hablaba más con mis padres, dejaba que mamá me llevara a la escuela todos los días, me pasaba todos los descansos con Kunimi y Kindaichi, y me esforzaba por no demostrar mucho mi "talento de setter" en los entrenamientos.

Los fines de semana, comencé a pasármelos estudiando, y ayudando en las tareas de la casa, aunque mi padre decía que no hacía falta. También intente pasar más tiempo con ellos, acompañando a mamá al supermercado, y mirando televisión con papá.

Mis calificaciones, para mi gran alivio, empezaron a ser mejores que nunca, lo que mantenía contenta a mi mamá. Y en cuanto, a mis sempais del club de vóley...

Se puede decir, que la actitud de Oikawa-san no cambio mucho está vez, a como me trataba en la secundaria la vez anterior, para mi desgracia. Por otra parte, Iwaizumi-san era el mejor sempai del mundo, siempre animándonos y ayudándonos en lo que pudiera. ¡Incluso me pide a veces que coloque para él!

Algo que había olvidado de la vez anterior, era que Iwaizumi-san era el sempai favorito de Kunimi y Kindaichi, así que ahora, somos los tres los que siempre lo perseguimos; algo de lo que Oikawa-san se burla, diciendo que "somos los patitos bebes de Iwa-chan".

Todo estaba empezando a tomar forma en esta nueva oportunidad de vivir la secundaria que tenía, o al menos eso creí, hasta que la primera época de exámenes llegó...

Es sábado, y tengo dos exámenes está semana, y lo peor... ¡Son de las materias en que me va pésimo! Matemáticas e inglés...

Estoy tratando de entender un texto, cuando un ruido fuerte se escucha abajo. Por curiosidad, o quizás porque el texto me está sacando de quicio, voy hasta la puerta, y miro hacia abajo...

Mi mamá está en el piso, y hay un pedazo del suelo de madera roto. Inmediatamente corrí abajo, y me acerqué a ella.

-Mamá, ¿estás bien? -Pregunte, mientras la ayudaba a pararse.

Tuve que sostenerla, porque su tobillo estaba sangrando. La llevé al sofá, y corrí por el botiquín de primeros auxilios que tenemos en la cocina.

-Esta casa se nos está empezando a caer a pedazos. -La escuche quejarse.

Me agache a la altura de su tobillo y mire la herida, eran solo unos rasguños, aunque parecían un poco profundos. Saqué gasa y vendas del botiquín y envolví su tobillo con ellas, después de verificar que no hubiera astillas.

-Bueno, son solo unos rasguños. Descansa un poco y estarás bien. -Le sonreí a mi mamá, mientras llevaba el botiquín a su lugar.

- ¿Desde cuando sabes como manejar heridas? -Me pregunto...

Otra vez... olvide que eso lo había aprendido después de que ella muriera... ¡Demonios!

-Me...enseñaron primeros auxilios en la escuela... -Tengo que mejorar en crear excusas. - ¿Quieres que te traiga algo? –

-No, estoy bien. Mirare algo de televisión. -Mi madre me sonrió.

Iba a regresar a mi cuarto, cuando algo cruzo mi mente... mi mamá trabaja en un banco... ella sabe mucho de matemáticas y a veces atiende a gente extranjera... sabe idiomas también...

-Mamá, de hecho... ¿crees que podrías ayudarme con algo? -Mire a mi madre con duda. -Yo... tengo unos exámenes de inglés y matemáticas la semana que viene... me vendría bien algo de ayuda para estudiar... -

Creo que es extraño que la mirada de mi madre se iluminara tanto, ante la idea de ayudarme a estudiar... sobre todo considerando que había pasado tiempo con ella, haciendo otras cosas, y nunca me había visto así.

-Claro, cielo. Trae tus cosas. -Me contesto.

Al final, me pasé la tarde estudiando con mi mamá, y descubrí que es muy buena maestra. No solo me ayudo a estudiar, sino que me dijo que, si no estoy seguro de algo, puedo preguntárselo cuando sea.

Si hubiera sabido que mi madre estaría tan feliz de ayudarme, le hubiera preguntado la primera vez que curse la secundaria...

El fin de semana se terminó, y vinieron los exámenes. El viernes, entre a la casa con una sonrisa, mis padres estaban en la cocina, así que, sin hacer ruido me acerque.

- ¡ADIVINEN QUIEN APROBO SUS EXAMENES DE INGLÉS Y MATEMATICAS CON 98 Y 96! -Grite, asustándolos un poco.

Realmente no podía creer que había pasado de los ochenta puntos... ¡Son las mejores calificaciones que eh sacado hasta ahora! ¡Esto sin dudas, haría a Tsukishima llorar!

La primera vez que había cursado la secundaria, mi máxima calificación en los exámenes, había sido un 50 en literatura, y lo había sacado de casualidad. Mi madre siempre me gritaba por eso, y a veces me golpeaba... yo odiaba que pasara...

Siempre que había podido, había escondido mis calificaciones, hasta que no me quedaba de otra que mostrárselas, y ella me gritaba, y golpeaba... después, papá llegaba, e intentaba apaciguarla, mientras yo me refugiaba en mi cuarto.

Está vez, no llegó ningún golpe ni grito, sino un abrazo y palabras de aliento que me hicieron muy feliz.

-Hijo, ¿por qué estás llorando? -Escuché a mi padre, y noté que, si estaba llorando.

-Es que estoy feliz. -Conteste.

Mi madre volvió a abrazarme, y después de cenar, recibí helado como postre.

Creo que estoy haciendo las cosas mejor ahora, así que continuare. Pronto tendremos un partido de práctica en Kitagawa Daiichi, y según recuerdo, es uno en el que juego, porque Oikawa-san se lastimo la rodilla. ¡Estoy muy emocionado! ¡Espero me vaya bien!

Deseo concedido, pasado reconstruidoحيث تعيش القصص. اكتشف الآن