Prólogo: Mejor Sola

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Podía decir que odiaba con todas sus fuerzas a la gente. Todos eran falsos, engañaban, mentían y manipulaban solo para conseguir lo que ansiaban. Y ella fue lo suficientemente idiota para caer en sus redes. No podía permitirse el lujo de volver a repetir ese maldito error nunca más. Aun se acordaba de aquel día como si fuera ayer.

Pero gracias a dios que su padrastro había sido seleccionado para trabajar en Estados Unidos. No pensaba en empezar de nuevo con confianza y motivación, solo quería alejarse de su Rusia natal para vivir en paz. Tendrían casa propia, totalmente americana con su primera planta, individual, pero sobre todo solitaria. Pensaba que se moverían a un piso pequeño, pero su jefe sobre mimaba a su padre para que hiciera bien ese trabajo y los próximos en tierra extranjera. Tenía sobre sus hombros un trabajo muy duro y pesado. Ella estudiaría de mientras en un instituto de los buenos, donde recibiría ayuda para no perder el curso y poder terminar la preparatoria. ¿Que carrera iba a escoger? Todavía no lo sabía pero los que se manejaban por el círculo de su padrastro Petrovich estaban seguros con algo político o empresarial, por mucho que ella perdiera el tiempo con el ballet ruso.

- привет, soy Romanova Natalia

Con ese saludo seco y carente de emoción en un ingles precario, ella se sentó, sin esperar presentación o pregunta alguna. No pensaba en intimar con ninguno de sus compañeros por el simple hecho de que no quería volver a cometer errores que la llevarían a mal camino. La chica de al lado la sonreía y le mandó una nota que dejó abandonada en su mesa antes de que terminara la clase y devolvérsela se mala gana. Le daba igual si la tachaban de borde y maleducada, sabía que algunos de ellos la estaban mirando con ojos que no debían, pero bien que le daba igual. Si así los apartaba, le parecía hasta bien. Solo necesitaba batería en su Ipod. Nada más.

- Es muy borde la chica nueva... Se nota que es rusa- decía una de sus compañeras de muy mala manera a sus amigos aprovechando que ella estaba a su lado. Sabia que así llamaría su atención, pero no contaba con que la chica estuviera escuchando música- ojala la deportaran

Ni le dedicó una fría mirada. Paso de ella como si fuera una losa más del suelo. Aquello hería cualquier orgullo. La compañera, con una gran sonrisa, dejó caer sobre la mesa varios apuntes

Los vas a necesitar…- intentó ser amable

Ella se quitó los cascos de mala gana y le dedicó una de sus frías miradas. Le recordaba a un invierno cruel. El famoso Invierno Ruso.

- No los necesito ni necesitare

- Perdona por intentar ser amable contigo

- Nadie te lo ha pedido

- Discúlpate con ella- aquel chico notaba ser su amigo por el enfado que le había provocado. Ella solo quería estar sola, no rodeada- solo ha querido ser amable contigo, rusa

- Nadie se lo ha pedido, y no voy a disculparme con una desconocida

No los estaba encarando, solo estaba diciendo palabras que no se dignaba a medir. En cualquier momento se ganaría su primer puñetazo, lo veía venir, pero su mirada reflejaba indiferencia a niveles extremos. Como si aquello no fuera con ella, solo una broma cruel. La chica se interpuso, cogió sus apuntes y se marchó llevándose consigo al compañero. El director irrumpió la sala para llevarla junto al profesor que la iba a poner al día. No lo veía necesario, pero se veía en la patética obligación de acceder por padrastro Petrovich.

Al salir, vio que habían varios grupos apalancados en la entrada y no le quedó otra que subir el volumen. Sabía que alguien la llaman, pero le importó bien poco. Solo tenia ganas de le llegar a su casa y olvidarse de todo y todos.

No sentía esa imperiosa necesidad por llamarle a nadie la atención. Realmente, lo único que deseaba era que la dejaran sola, ir a su aire. No quería seguir ningún compás. Soledad. Era la única amiga leal que tendría en su vida.

Llegando a TíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora