Festival

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Al día siguiente me desperté gruñendo a causa de los rayos de sol que se colaban por la repisa de las persianas. Pero en cuanto terminé de enfocar mi vista y vi su cuerpo al lado del mío sonreí automáticamente.

Cogí el móvil que se encontraba en la mesilla de al lado de la cama y miré la hora. Las nueve y media. Quedaba media hora para que sonase la alarma.

Me dispuse a ir paseando mis labios por toda su cara, deteniéndome en sus mejillas para depositar besos y por detrás de sus orejas.

-Mmmm... – soltó un suspiro alegre, alzando su mano para que me quedará en su mejilla y siguiese depositando besos por toda su mejilla.

-Buenos días Banana. – Dije alegre.

-Buenos días. – Giró su cara para hacer que nuestros labios se rozasen.

-¿Qué tal has dormido?

-Hacía mucho que no dormía tan bien. – Esta vez sí que juntó nuestros labios.

Mientras el beso iba subiendo de intensidad sin parar, me fui colocando encima de su cuerpo poco a poco. Yo, la verdad, no iba a parar. Me encantaba y me encanta. Me encanta esa sensación de sentir sus labios fundidos con los míos. Me pude dar cuenta en este preciso momento lo mucho que había echado de menos sus labios.

Llevé mi mano hasta el borde de su camiseta y la adentré llevándola a su costado, mientras que la otra estaba en su pelo. Ana pasó de tener sus manos detrás de su nuca a llevarlas a la parte baja de mi espalda, para luego llevarlas hasta mi culo.

-Como te gusta tocar. – Se rio sobre mi boca, separando nuestros labios.

Pero yo automáticamente volví a juntar nuestros labios y sonreí sobre ellos.

Me incorporé un poco y llevé mis manos a la camiseta de su pijama para quitársela. Y una vez se la quité, volví a juntar nuestros cuerpos. A los pocos segundos, volvimos a separar nuestras bocas unos segundos hasta que consiguió quitarme la camiseta del pijama.

El beso fue subiendo de intensidad. Y no sé con que cordura conseguí separar mis labios de los suyos y murmurar.

- Ricky, está a nada de tocar esa puerta y no creo que sea el momento idóneo. – Se dejó caer encima de mi cuerpo.

-Tienes razón. – Admitió, pero llevó sus manos a mi nuca. – Pero cállate, Mimi y bésame.

Y juro que lo iba a hacer pero unos golpes en la puerta nos interrumpieron acompañados de un grito.

-¡Mariconas! Dejaros de tanto folleteo y abridme. – Siguió aporreando la puerta como si no hubiese un mañana.

Hablando del Rey de Roma.

-Creo que falta poco para que la puerta se caiga.

-Si es que tanta clase de crossfit no es buena.

Ana rodó hacia la izquierda dándome así, vía libre para salir a abrir la puerta.

-Dejaros de tanto folleteo y abridme ya, coño.

-Coño el que no me he comío...

-¡MIMI! – Gritó Ana y noté como una almohada se estampaba contra mi espalda.

-Ya voy, ya voy. En este hotel no se puede despertar una tranquilita. – Bufé, en un tono más dramático del que requería la situación.

Cogí mi camiseta del pijama, que estaba a los pies de la cama, y me dirigí a abrir la puerta.

-HOMBRE, YA IBA SIENDO HORA. – Entró gritando a la habitación.

Se puso a inspeccionar la habitación seguramente en busca de alguna pista que diese indicio que habíamos tenido sexo. Y por si tenía alguna duda, sus palabras me lo terminaron de confirmar.

Vuelves (TERMINADA) // WarmiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora