❝A través del bosque❞

751 162 17
                                    

Escuché su voz detrás de mí y me giré con dificultad, cerrando los ojos a la espera de lo peor.

Empecé a rezarle a Dios, en el pasado nunca creí en él a pesar de que me inculcaron que debía ser devoto ante él, pero en este momento quizá es lo único que me quedaba si es que quería que todo saliera bien. Olvidé lo que era pedirle algo con total desesperanza.

— ¿Qué haces ahí? —repitió y entonces abrí los ojos. El chico frente a mí, de baja estatura no dejaba de mirarme. Retrocedí, tragando en seco para tratar de huir si era necesario, pero al escuchar su última pregunta, me descolocó por completo: — ¿Necesitas ayuda? —preguntó con un tono difícil de comprender.

Lo observé con atención e inconscientemente, guardé en mi memoria hasta el más mínimo detalle.

—¿Qué? —espeté sorprendido, apenas escuchando lo que decía y fruncí ligeramente el ceño desconcertado.

—Que si necesitas ayuda.

Guardé silencio, volteé con disimulo a todos lados, tratando de encontrar algún indicio de una trampa, pero fallé miserablemente al ver que no había porqué desconfiar.

—Estás herido —mencionó con cuidado. En una mano llevaba una canasta y la otra que tenía vacía, la llevó hasta su pecho para arrugar su camisa, dándome una mirada que nunca nadie me había dado—. Mi casa está cerca, puedes venir conmigo.

Seguí callado, porque no sabía qué palabras debía usar y si éstas llegarían a ser las correctas. Era probable que aún me estuvieran siguiendo y al estar tanto tiempo en el mismo lugar sin hacer nada, en cualquier momento podrían atraparme, sería hombre muerto dentro de poco si seguía ahí. Entonces acepté.

—Toma esto —me ofreció su capucha y la tomé con recelo—. Puedes sostenerte de mí si se te dificulta caminar.

Sin rechistar, me recargué sobre su hombro, él puso una mano sobre mi cintura y al instante me tensé.

—L-lo siento —dijo, pero no me soltó.

Andamos por un buen rato, ya que el tobillo empezó a doler más de la cuenta y cada paso era una tortura. Bajo mis pies me di cuenta de que había un sendero, y si lo mirabas con detenimiento podías notar que estaba hecho de pequeñas ramitas secas y unas cuantas florecillas ya marchitadas, no sé porque, pero me parecía sacado de un cuento de hadas.

Llegamos hasta un gran árbol y me detuve a observarlo con detenimiento. Ya había estado ahí, o al menos tenía la sensación, pero era estúpido tan solo imaginarlo porque nunca en mi vida había venido hasta pueblo.

—¿Qué te sucedió? —cuestionó y me removí incómodo bajo su brazo—. Parecía que huías.

No respondí, no tenía ánimos de hablar, él pareció entenderlo y continuamos. Nos detuvimos frente a una pequeña cabaña y entramos.

Con dificultad, traté de quitarme las botas, y él leyendo mis pensamientos, se acercó.

—Déjame ayudarte —pidió con timidez y me quitó una bota para después ayudarme a ponerme de pie. Lo miré con agradecimiento, aunque en realidad me sentía tan frustrado al verme como un completo inútil.

—Con permiso.

Me indicó que dejara mis cosas en el suelo, él las recogería más tarde y a regañadientes, lo hice. Susurré un débil gracias, pero pareció no escucharme, eso me hizo avergonzar más.

—Hey, a todo esto, no me he presentado —inquirió preocupado—. Soy Midoriya Izuku.

—Shig... —me interrumpí a mí mismo y retrocedí en mis pensamientos, intenté murmurar mi respuesta, pero creo que no me escuchó de nuevo.—: Shigaraki Tomura.

—Traeré unas hierbas medicinales para ayudarte a desinflamar —anunció y me ayudó a sentarme en una silla de madera—. Después te prepararé la tina por si quieres tomar un baño.

Asentí, rascando mi cuello con desesperación. Probablemente otra marca quedaría grabada. Estuvo a punto de salir de la habitación, cuando me estiré para sujetar su muñeca y obligarlo a girarse de nuevo.

—¿Por qué haces esto? —pregunté y me asombré al darme cuenta de que, aunque mi voz sonara grave, parecía débil, casi como si estuviera a punto de romperse. Hacía mucho tiempo que no hablaba en voz alta.

Se mantuvo callado por unos segundos, durante todo ese tiempo no había visto otra facción más la que era un misterio para mí en ese entonces, hasta que sonrió.

Me sentía abrumado al verlo de esa manera, aquellos orbes verdes tenían un brillo ajeno a mi conocimiento y su sonrisa era tan bonita y amable como una noche estrellada después de una tempestad.

Tuve que soltar el agarre, de repente me había mareado.

Entonces, dijo las palabras que recordaría hasta el final de mis días: —Parecía que necesitabas ayuda, no podía quedarme sin hacer nada.

Durante el resto de día, tuve la sensación de que mi voz fue robada.

Buena suerte, Tenko | shigadekuTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang