Mentiras.

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Hola personitas de wattpad! Les traigo un nuevo capítulo, estoy terminando este libro y me prometí que lo haría antes del 2021. Han pasado 4 años desde que lo comencé y espero que aún le des una oportunidad. Lo siento, me concentré en terminar otros libros que llegaron a muchísimas personas de todo el mundo y no puedo expresar cuanto lo agradezco. Les dejo este capítulo que lo escribí hace mucho y no supe como volver a publicarlo. Los extraño tanto.

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Entré en pánico. Se suponía que no volverían a estas horas. ¿Qué haría? No podía salir del cobertizo como si fuera lo más normal del mundo. Me verían, y era inevitable, ya que la cochera estaba a la vista.

Entorné los ojos hacia Yulian.

-Tranquila. Vamos a pensar en algo. Debes utilizar a Luz sólo si sientes un demonio físicamente cerca-dijo.

El peso de la cuchilla se sintió en mis bolsillos al ser nombrada por la melodía de la voz de Yulian.

Abdia frunció los labios. -Es lux.

Yulian la ignoró y estuve a punto de esconderme debajo de la alfombra en vez de seguir debajo de su intensa mirada.

Abdia se acercó a la puerta, examinando el pomo como si tuviera los secretos del mundo.

-Tienes que salir. Ellos están entrando.

Miré a Yulian.

Apretó mi hombro suavemente mirándome con sus pupilas llenos de emociones . -Ve.

Asentí. Trate de esconder mi nerviosismo de ellos. En cualquier momento empezaría a morder mis uñas y ahí los preocuparía aún más. Debía de ser valiente.

-Si preguntan diles que dabas una vuelta por el bosque.

No supe quien lo había dicho primero, si Yulian o Ángela, solo pronuncié:-Está bien.

Caminé al exterior, por el césped, con pasos precisos, la cuchilla pinchaba en el bolsillo de mi chaqueta. Solo me faltaban dos metros para llegar al interior cuando papá apareció en mi campo de visión.

-Annabelle, ¿Qué estás haciendo?

Mi mente se volvió transparente y mi cuerpo se tensó. Me aclaré la garganta. -Daba una vuelta.

Inteligente Annabelle. Demasiado.

Papá arqueó una ceja. -No me dirás que venías del cobertizo.

-¿Qué? No...-bufé.

Él miró el bosque detrás de mí. -¿Entonces el viento abrió la puerta?

Palidecí. -Puede ser.

Él caminaba hacia el cobertizo. Iba a verlos. Sentí un nudo en la boca de mi estómago y mis piernas casi desfallecieron. No había dejado la puerta abierta, solamente una abertura lo suficientemente pequeña como para que papá no se dé cuenta.

Corrí detrás de él intentando detenerlo.

Pero ¿qué le diría?

Cada paso que daba ponía mis pelos de punta. Quise gritar improperios, pero en mi vocabulario solamente existía la palabra MIERDA.

-¡John! ¿Puedes ayudarme con las compras? -gritó mi madre desde la puerta de la cocina.

Papá detuvo su marcha y yo casi desfallecí en ese instante.

Papá se dio la vuelta y suspiró. -Vale, cierra la puerta del cobertizo y yo ayudaré a tu madre. Ya sabes cómo se pone con las bolsas pesadas, a veces creo que ponerse bruja lo heredó de tu abuela -se rió entre dientes y sacudió la cabeza como si fuera un chiste de mal gusto.

Disparar A Un ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora