Amor En Señas. Duoligia Amores. Libro 1

Capítulo XXVI

- mi esposo fue un hombre de negocios la mayor parte de su vida, despues de la guerra se enfrasco en ello, lucho por mucho tiempo pero logro lo que mas había deseado, logro construir un negocio él solo, me case con él un año despues de que logro poner la segunda de sus tiendas – los tres estaban sentados en la sala del departamento, Thomas le había explicado a la mujer lo que había pasado en las ultimas horas.

-¿de que era su negocio? – Jayden la miro.

-exportación, él había comenzado con ciertos productos, los exportaba al extranjero y una de sus personas que estaban allí las vendía, gano mucho dinero… y lo hizo rápido, solo cinco años despues de que nos casamos ya tenia una amplia compañía en el país, estaba creciendo más y más, pero despues de uno de sus viajes, y sus años en batalla, comenzó a enfermar, su salud se volvió delicada, muy pronto dejo de viajar y se centro solo en su trabajo aquí, además tuvimos a nuestra única hija y quiso estar el mayor tiempo posible con ella, por algunos años el estuvo bien, pero nuestra hija se fue y su salud decayó de nuevo – los dos hombres escuchaban con atención, observando a la anciana delante de ellos – cuando él logro encontrarla había pasado casi un año, y nuestra hija estaba embarazada.

-de Katherine – afirmo Thomas y la mujer asintió.

-nunca nos dijo quien era él hombre que la había dejado embarazada, y ni yo, ni mi esposo, la presionamos para saber quien había sido, cuando nació mi nieta… mi esposo hablo con nuestra hija sobre hacerse cargo de su trabajo, pero ella se negó, eso nunca había sido lo que ella queria, se dio cuenta de que si no la vendía ahora, o al menos una parte de ella, se perdería toda despues de que él falleciera, asa que vendió una tercera parte de esas acciones, él se quedo con lo demás, él hombre que la compro era joven, tenia poca experiencia pero le ofreció un diez por ciento mas del valor a mi esposo, lo acepto e hizo su testamento,  las beneficiarias éramos mi hija, mi nieta y yo, si mi hija o yo moríamos esa parte seria de mi nieta, y si moríamos las dos…

-todo seria de Katherine – Thomas comenzaba a comprender todo.

-si… ella se volvería la dueña de esas ultimas acciones, seria la dueña de la casa y de mi departamento, además de las dos cuentas del banco, todo eso la haría heredar mas de un millón – Thomas y Jayden se atragantaron al escuchar la cantidad - contando mi herencia y la de su madre, cuando yo muera ella sera una joven millonaria.

-¿pero como sabe esto él padrastro de Katherine? – Jayden le pregunto a Thomas, aun no entendiendo como él se había enterado de su herencia.

-él joven que le había comprado esas acciones a mi esposo – ambos le prestaron su atención de nuevo – se convirtió en el padrastro de Katherine cuando ella era una niña, él había dicho que amaba a mi hija, y mi esposo y yo le creímos, se casaron cuando Katherine tenia solo cinco años, él ya tenia dos hijos, ambos eran mayores que Katherine, todo fue bien pero cuando mi esposo murió dos años despues de que mi hija se casara… ese hombre – lo dijo con rencor en su voz – se embriago, por suerte ni mi hija ni mi nieta estaban ese día, ella se había llevado a los niños a pasear, al principio no dijo nada interesante, pero cuando llego a la mitad de la segunda botella… fue cuando comenzó a decir cosas más interesantes, me confeso, en medio de su borrachera, que se había casado con mi hija para él quedarse con todo lo que mi esposo les había dejado a ella, y a Katherine – una sonrisa se formo en sus labios - se lo dije a mi hija pero ella no me escucho, le pedí que se divorciara de él, pero tampoco accedió a eso, estuvo viviendo con él y sus hijos como si en verdad fueran una familia feliz, y tal vez para mi hija si lo eran, por cerca de tres años, hasta que ella falleció en un accidente automovilístico.

-¿Katherine estaba con ella? – Thomas había descubierto todo eso cuando había investigado a Katherine, cuando comenzó a trabajar como su guardaespaldas.