La Carta

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— ¡Harry! ¡Ron!—abrazó a sus amigos fingiendo estar como siempre—. Los extrañé, chicos.

— ¿Cómo pasaste las vacaciones en la casa del hurón y su madre?—preguntó Ron, subiéndose al Expresso.

—Es Draco, Ronald—le regañó, pero con una sonrisa—. La pase genial, gracias por preguntar—definitivamente se había convertido en una excelente mentirosa. Y considerando que lo único que quería era dejarse morir en una cama, su actuación era merecedora de un premio.

Media hora más tarde llegaron a Hogwarts. La castaña se apresuró para encerrarse en su torre y estar en soledad, lo necesitaba con vehemencia.

No tenía hambre, por lo tanto, no asistiría a la comida de bienvenida.

A falta de dos escaleras para llegar a su destino, Harry la detuvo sosteniéndola imprevistamente del brazo.

— ¿Estás bien?—preguntó extrañado, observándola cuidadosamente.

—Claro... ¿Por qué?

—Porque te vengo gritando desde la entrada y no me has dado ni cinco.

— ¡Oh!, perdóname—se disculpó apenada. Venía tan enfrascada en sus asuntos que se olvido que existía un mundo.

—No pasa nada—se río pensando que su amiga sólo estaría cansada por el viaje en tren—. Quería avisarte que esta tarde tendremos una reunión con la Orden. Nos reuniremos en el despacho del director para ir por Red Flu.

—Bien. ¿A qué hora?— ¡Genial! Lo que me faltaba. Quería descansar y lo menos que necesitaba era estar rodeada de gente parloteando.

—A las dos.

—Está bien. Ahí te veo—le dio un beso en la mejilla y subió las escaleras faltantes. Bueno...por lo menos tendría dos horitas para ella y sus lágrimas. Sonriendo amargamente, llegó al retrato de la dama gorda.

—"Sopa de leche"

—Adelante...

—Estoy loca—soltó una carcajada.

—Claro que estoy loca ¡Qué novedad!—se burló mirándose al espejo.

Se abrió con cuidado la bata de seda negra y observó sus costillas y pecho. Tocó la piel maltratada por el Crucio y se sonrío.

— ¿Qué me viste, pendeja? ¿Qué te está pasando, Bellatrix? Eres una asesina, no una tonta adolescente hormonal—se miró de arriba abajo, negando con su cabeza.

— ¿Te das cuenta que estás a punto de arruinarlo todo?... ¿Sólo por una mugrosa que podría ser tu hija?—y se río más fuerte, haciendo presión en su estomago adolorido.

— ¡Al cuerno el mundo!—bufó dándose la vuelta para buscar un pergamino.

— ¡HERMIONE!—Draco azotaba la puerta con todas sus fuerzas—. ¡Ábreme, sé que estás ahí!

La castaña salió del baño a medio vestir y abrió preocupada.

— Pero, ¿cómo entraste a la torre?

—Eso no importa. Déjame entrar—pero de los nervios, ni cuenta se había dado que ya había entrado a toda velocidad y ya se encontraba en el medio de la alcoba de las chicas. Menos mal que la única en su interior era Hermione, sino el escándalo hubiera sido mayúsculo.

— ¿Qué pasó?—preguntó extrañada por la actitud del rubio siempre correcto.

— ¡Esto pasó!—y de su túnica sacó una carta sellada—. Es de mi tía y es para ti—su amiga se había congelado ¿Respiraba?— ¡Hermione Granger! Reacciona de una vez y abre esa dichosa carta que muero de la curiosidad—gritó, perdiendo la paciencia.

— Como es posible— se sentó en la cama con el sobre en sus manos y recorrió con la punta de sus dedos la cinta color verde oscuro, atada delicadamente.

—Se la dio a mi madre hace una hora. Sólo le dijo que era para ti y se marchó.

Las manos les temblaban. despacio desató el cordel, abrió el pergamino y leyó en voz alta:

Mocosa:

Yo también te amo.

P.D.: Atacaremos en una semana.

La releyó veinticinco veces o tal vez treinta.

—Me ama... ¿Me ama?

— ¡Oh, Merlín! Te ama...—el rubio miraba el papel y luego a ella, repitiendo la acción. No podía salir de su estado de estupor.

—La guerra es en una semana—murmuró perdida en las nubes ¿Me ama? Me ama, no lo puedo creer..., pero ¿Peleará con Voldemort? ¿Se había arriesgado a avisarle para pelear al lado de ese ser?

—Mi tía se está jugando la vida revelando esa información—expresó, preocupado.

—Lo sé. Tenemos que avisarle a Harry—se levantó escondiendo la carta en un cofrecito, al costado de su cama y tomando al rubio del brazo, lo arrastró fuera de la habitación.

—Pero...—protestó, viéndose jalado por la fuerza.

Hermione se frenó para mirarlo—. Quiero salvarla, Draco. Y si ella me envío este mensaje, arriesgándose por mí, yo me encargaré de que estemos preparados en una semana. Eso implica decírselo a Harry cuanto antes. ¿Entiendes? Algo se me ocurrirá para no delatarla ¡Tenemos que pensar en algo y rápido!—explicó.

—Bien, entiendo, pero... ¿Cómo harás para salvarla? Ella peleará contra nosotros.

—No lo sé—Lo único que se le ocurría era estar al pendiente de ella en todo momento. Eso podría hacerlo. No dejaría que nadie la lastimara. Aunque perdiera la vida en protegerla y tal vez a muchos amigos en el proceso...

¡La defendería hasta la muerte!

Mi inesperada familia del corazónWhere stories live. Discover now