Segundas Oportunidades

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Algunos se quedan y otros se van

Un año y medio después.

— ¿Cuándo volverán?

— ¿No me digas qué los extrañas?—preguntó Hermione sonriendo, mientras terminaba de servir la merienda.

— ¡Claro que no! Sólo pregunto, porque si no llegan ya me quedaré pelada.

Scorpius tenía obsesión con los bucles de su madrina y cincharlos, babearlos y desarmarlos, era su juego preferido.

— ¡No exageres! Además puedes dejarlo en el corral para que juegue. No es necesario que lo sostengas todo el tiempo—sabía que a pesar de lo que le dijera, Bella no lo soltaría por nada del mundo. Se había encariñado hasta por demás con el pequeño y cada vez que Draco y Ginny se lo encomendaban, Scorpius estiraba sus bracitos desesperado buscando la atención de la azabache, que no lo hacía desear ni un segundo. Y así permanecían todo el día ¡Pegados como chicles!

—Sabes lo que pienso acerca de que juegue solo—eran excusas, sólo excusas.

— ¡Cómo quieras! Pero si lo sigues malcriando de ese modo, cuando crezca, no lo soportará nadie más que tú.

Unos golpes en la puerta les cortó la conversación.

— ¿Quién será?—interrogó la castaña, extrañada.

El único que visitaba la casa con frecuencia era el Medimago del pequeño. Lo habían conseguido semanas antes del parto de Ginny, por recomendación de la señora que atendía la tienda de ajuares de bebés, al final de la calle.

Margaret, se había dado cuenta de inmediato que todos eran magos, y en una conversación con Narcissa, le recomendó a su amigo de toda la vida que se especializaba en la Medimagia.

Desde entonces, el hombre alto, elegante y sumamente educado, aparte de estar al pendiente de Scorpius cada semana, los visitaba junto con Margaret, con regularidad.

Pero era sábado... y Hugo, supuestamente no vendría hasta el lunes...

— ¡Yo iré!—Bellatrix se levantó del sillón, donde estaba recostada. Acomodó a su ahijado en la cintura con un movimiento y fue hasta la puerta.

— ¿Severus?—exclamó, internamente.

—Bella estas con...—Snape se quedó congelado, con el rostro más tétrico que de costumbre.

—Sí, con un bebé—terminó la frase por él, con tono neutro, mirándolo alerta por si tenía que entrar en acción. Aunque el hombre parecía más interesado en el pequeño Scorpius que en toda la situación. ¿Pensará que soy la madre? Se rió mentalmente. O tal vez esté pensando que me secuestre a un niño...cualquiera de las dos opciones le resultaban de lo más divertidas.

— ¿Profesor?—Hermione se asomó por detrás de Bella— ¿Cómo..., cómo nos encontró?—aterrada miró a la calle, comprobando que su presencia fuera la única.

—Señorita Granger—saludó con una inclinación de cabeza—. También me da gusto verla—ironizó—. Tenemos que hablar. Han pasado muchas cosas desde que se fueron—y aguardó mirándolas paciente, esperando ser invitado.

—Sí...por supuesto. Pase, pase...—indicó la castaña, extremadamente nerviosa—. Le prepararé un té—se adelantó para llegar a la cocina y respirar profundo.

¿Vendrán por Bella? Pensé que ya nos habían olvidado. Estamos tan bien... ¿justo ahora vienen a arruinar todo? ¡No permitiré que se la lleven!

Bellatrix volvió a ocupar su lugar con el pequeño Scorpius. Le daba muy mala espina que Severus se presentara sin decir cómo había conseguido llegar a ellos, pero prefirió mantenerse con una posición relajada y esperar que él hablara.

Mi inesperada familia del corazónWhere stories live. Discover now