Epílogo

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— ¡Chicos! ¡Llegaremos tarde!—gritó Hermione desde la puerta.

— ¡Cloe! Toma tú lechuza—ordenó Blaise al ver llegar a su hija toda despeinada por andar de juegos con sus primos.

— ¡No, no, señorita! ¡Primero se peina y luego nos vamos!—Luna condujo a su hija al baño para un aseo rápido—. No nos tardaremos.

— ¡Delphinus y Astra! ¡Sí no bajan en dos segundos, no respondo!—amenazó la azabache, sosteniendo innumerables paquetes, uno más grande que otro.

—Deja de amenazarlos, Bella—sonrío divertida Narcissa, tomada del brazo de Hugo—. Además...nunca funciona o, ¿sí?—se burló.

— ¡Scorpius, ve a buscar a tus primos!—ordenó Ginny, mientras se colocaba su abrigo.

— ¡Siempre yo! ¡Siempre yooooo!—se quejó, subiendo las escaleras.

—Estoy nerviosa y estos demonios no ayudan en nada—bufó Bella, removiéndose en su lugar.

— ¡Tía! No te pongas insoportable desde el vamos—suplicó Draco—. Irán donde tengan que ir—finalizó.

— ¡Me muero! ¡Juro que me muero, si mis hijos van a Gryffindor!—susurró horrorizada. De sólo imaginar a sus hermosos retoños con los colores escarlata y amarillo, se le revolvían las tripas.

— ¡Tú no te vas a morir nada! Aplaudirás, sonreirás y los felicitarás si eso llegara a suceder—la regañó Hermione, dándole un beso en la mejilla—. Además...me costó el padrinazgo de nuestra futura hija el poder ir a presenciar la selección. Y si tú armas un escándalo queriendo cortar el sombrero seleccionador con unas tijeras ¡Yo te mato, Bellatrix Black!—advirtió.

—Está bien, está bien.

—Pensar que nuestros futuros hijos irán juntos en su primer año—sonrío Ginny, tocando su abultado vientre de cinco meses.

Hermione estaba sólo de tres, pero ya se le notaba bastante—. ¿Y ustedes para cuando?

—No, no, no. Con Cloe basta y sobra—gesticuló Blaise.

—Mami. Mamiii, Astra me había escondido mis zapatos.

— ¡Es mentira! El me encerró en el baño y no me dejaba salir.

— ¡Aquí se los traje!—Scorpius bajó elegantemente las escaleras a la espera que se decidieran a partir.

—Basta con pelearse todo el tiempo—los regañó Bella.

— ¡Papá! Sí los nombran para ir a Slytherin, me causaran mil y un problemas—protestó el joven rubio de trece años.

—Es que no podían haber salido más igualitos a tú madrina—se río.

— ¡Oye! Que Delphinus sacó mis ojos—protestó Hermione.

—Lo único—agregó Luna, que salía del baño con Cloe para unirse a la conversación.

—Bueno... ¿Nos vamos? Porque si no llegaremos para la cena—Narcissa se adelantó junto con Hugo para apurar la salida.

— ¡Bienvenidos a un nuevo año en Hogwarts!—saludó Dumbledore con sus brazos extendidos—. Un aplauso para los jóvenes que serán seleccionados.

— ¡Míralos! ¡Sí están divinos!—lagrimeó Luna, observando cómo Cloe y sus primos caminaban asustados hasta el frente.

— ¡Bella, abre los ojos! ¡No seas cría! ¿Quieres?—la regañó Narcissa, negando con su cabeza.

— ¡No, no los abriré! ¡Me moriré, me moriré aquí mismo! No quiero escuchar.

Hermione la sostuvo de la cintura y le dio un beso en el cuello para tranquilizarla.

—Cállense. Los llamaran en cualquier momento y desde aquí no se ve nada—protestó Blaise.

Todos estaban parados en la parte de atrás del gran comedor para salir en seguida terminada la selección. Así lo había pedido Dumbledore.

Minerva se posicionó al frente, con un largo pergamino y comenzó a llamarlos de a uno:

—¡Peter cortz brown!

— ¡Hufflepuff!

—!Rose Parkinson Delacour!

— ¡Slytherin!

— ¡Astra Black Granger!

— ¡Ay, Merlin! ¡Ay, Merlín!—Bella se tapó los ojos dispuesta a no ver nada.

Hermione sonreía feliz viendo a su hija con sus hermosos bucles negros, sentándose en el alto taburete.

—Mmm....... —el sombrero se contorneó—. Hija de Slytherin y Gryffindor. ¡Difícil, muy difícil!

Después de unos segundos que parecieron eternos, gritó:

— ¡Ya sé, Slytherin!

Todos aplaudieron y a Bella le volvió el alma al cuerpo. Estaba radiante, sonreía abiertamente y aplaudía como loca ante la mirada atenta de unos cuantos curiosos.

— ¡Cloe Zabini Lovegood!

— ¡Revenclaw!

— ¡NO! Me muero, ahora soy yo el que me muero—Blaise no lo podía creer.

—Tranquilo, amor, ya tendremos más—lo consoló Luna, sonriendo emocionada al ver a su hija sentarse en la misma mesa que años atrás ella ocupó con orgullo.

— ¡Delphinus Black Granger!

— Mmm......., otro más—exclamó el sombrero, sorprendido—. ¡Ya sé que haré contigo! ¡Gryffindorrrrr!

— ¡Bella, reacciona! ¡Bella, reacciona y aplaude de una vez!—le susurró Hermione al oído.

A la distancia su hijo las miraba expectante.

Y... aplaudió, aplaudió tan fuerte como le dieron sus manos, llena de emoción. Porque fueran donde fueran, seguirían siendo sus hijos adorados.

—Si sale jugador de Quidditch, ni piensen que me sentaré a agitar esa mugrosa bandera—murmuró.

Todos rieron, porque sabían... y en especial Hermione, que debajo de esa coraza existía la mujer más maravillosa, cariñosa y buena madre. Y la castaña sabía con certeza que por su familia, Bella estaba dispuesta a "Todo". Y si tenía que sostener esa "Mugrosa bandera Gryffindor" lo haría sin chistar. Porque después de un largo recorrido de dolor, violencia y perdición, había llegado a ella, sin que lo esperara, el más hermoso sentimiento...

"El amor"

Bueno..."Terminó". Espero que hayan disfrutado leyendo la historia y para los que llegaron hasta el final, un saludo y gracias.

Como siempre, voten, y abrazos.

Hag426

Mi inesperada familia del corazónWhere stories live. Discover now