Capítulo 13

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          Tímidos, caminaban bajo la luz de faroles en las calles de Nueva York. Sus manos nerviosamente entrelazadas se mecían en el aire, mientras reían por lo cursis que podrían llegar a verse.

          Su amor era tan tierno e inocente, como el de niños de guardería.

           Aslan finalmente se sentía completo, por fin se le había permitido amar. Sentía felicidad, tranquilidad, amor y libertad. A lo largo de su vida, era la primera vez que sentía tan hermosas emociones recorriendo cada parte de su cuerpo.

          Mientras que Eiji, finalmente era feliz. El dolor se había ido y el vacío que su partida dejó hace años, fue sellado. Aún así, ¿por qué sentía en su corazón, un débil pero persistente sentimiento de tristeza?

         —Es gracioso, ¿sabés?— Ash observó a su acompañante, dando un ligero apretón a la delicada mano del nipón. —Luego de tantos años, siques siendo muy pequeño y delicado.

         —¿Pequeño y delicado?

        —Si.— Soltó una risilla. —Pareces un muñeco a punto de romperse y todos tus movimientos son totalmente cuidadosos. También eres un enano, ¿no crees que debería darte comida para bebés? Tal vez crezcas un poco.— Eiji golpeó suavemente su hombro.

         —¡No es mi culpa que seas un gigante! Mi estatura está bien, era uno de los más altos en la universidad.— Ash lo observó enarcando una ceja. —Y aquí entre nos, el único de "piel y cuerpo delicado" eres tú, americano tonto.

         —¿En serio? ¡No creí que los japoneses fueran hobbits! Seria gracioso ver sus caras ante semejante hombre como yo.

         —Bueno, las mujeres estarían detrás tuya sin dudarlo. En especial mi hermana, quien ha crecido y estoy seguro de que le agradarías.— Luego de algunos comentarios egocéntricos de Ash, Eiji decidió preguntar. —Ash, ¿A ti te gustaría... acompañarme a Japón? Me gustaría que conocieras el lugar donde crecí.

            —Hace tiempo prometí que iría contigo y aún sigo esperando a que pagues mi boleto.

            —Tal vez lo haga en navidad, ¿quién sabe?— Eiji sonrió y dió una pequeña caricia a la mano de Ash.

            Al llegar a la casa, notaron dos presencias aguardando su llegada. Ash, tenso, se posicionó frente a Eiji antes de entrar, pero al divisar que sus conocidos eran quienes se encontraban dentro, relajó su cuerpo y entró junto con su acompañante.

            ¿Que hacían esos dos ahí?

         —¡Eiji, no sabes lo mucho que te extrañé!— Chilló la chica en el cuarto, corriendo hacia el nipón. Este la recibió con sus brazos abiertos. —¡Tu me caes mejor que Sing!

          —Oye, Rita, ¡sigo aquí!— Dijo Sing, moviendo a la chica y saludando a Eiji con un corto abrazo. —Si me disculpan, debo hablar con mi amigo unos minutos, ¡con permiso!— Empujó a Eiji hacia el patio, quien se quejaba por no haber presentado a Ash con Rita.

          Era hora de asegurarse que todo vaya bien.

         —¡Hola de nuevo, rubio! ¿Me extrañaste? Por qué yo a ti si.— Rita tomó las muñecas de Ash y lo sentó frente a ella en las sillas de la barra en la cocina. —Además de Eiji, eres mi único amigo.

          —Rita, solo hablamos una tarde.— Ella asintió con una sonrisa. Al parecer esa chica si que estaba muy sola. —¿Que haces aquí con Sing?

           La expresión juguetona de la chica, se volvió completamente seria en tan solo un segundo.

            —¿Como has estado? ¿Te sientes bien?

Mi Alma Siempre Estará Contigo | AshEijiWhere stories live. Discover now