Mi Alma Siempre Estará Contigo | AshEiji

Capítulo 17

     
           —¿Que piensas hacer?— Una voz retumbó en sus oídos, desequilibrando su posición. —¿Crees que alguien como tú puede lograrlo?

            Estaba desorientado. A su alrededor, solo había vacío y ecos que lo perseguían a donde quiera que iba, sin escapatoria.

           —¿A que te refieres?

           —¿Crees que alguien como tú puede ser feliz?— Una áspera mano tomó su cuello desprotegido. El terror y el asco recorrieron cada capa de su piel. —No importa a donde vayas, siempre estaré detrás tuya.— Susurró, rozando el lóbulo de su oreja con sus labios.

           —¿Crees que puedes asustarme?— Ash se alejó bruscamente del cuerpo que lo acosaba. —Tan solo eres un producto de mi imaginación. Tu estás muerto, viejo.

           —Estás manchado. Me perteneces, tu llevas mi apellido.— Se estremeció ante esas palabras. El había dejado el mundo como "Aslan Jade Golzine", lo cual lo hacía un ser humano repugnante. —Solo eres una prostituta. Si dejarás que ese niñato te toque, asegúrate de cobrarle.— La voz de aquel hombre se distorsionó.

            —No de nuevo...— Giró su cabeza con sus ojos humedecidos. Ahora su padre era quien se encontraba frente a él.

            —Me das vergüenza. No puedo creer que haya criado a un marica.— Escupió con repulsión. —Probablemente estás jodiendole la vida a ese extranjero.

             Podría ser simplemente su subconsciente, tal vez ni siquiera había sentido alguno en la situación. Por muy pocas que fueran las palabras, dolía.

             Dolía como el infierno.

             ¿Acaso era una señal de que no podría salir adelante? ¿No podría ser feliz?

             Era injusto. Todo por lo que había luchado, todas sus esperanzas y sentimientos ¿serían desechados así de fácil?

              Tal vez... debía dejar de esforzarse.

              Era una pequeña bolita en una oscura e inmensa habitación, repleta de sombras torturandolo.

             De un salto, se sentó sobre el colchón. Su cuerpo desprendía una gran cantidad de sudor y se sentía agobiado. Miró a su lado, encontrándose con el gato al que le había tomado tanto cariño.

            —Bien, estoy bien.— Dijo tocando su torso para comprobar que estaba intacto. —Solo fue una tonta pesadilla sin sentido.

            Se levantó con rapidez, su cuerpo se sentía más ligero y ya no tenía dolor de estómago. Tal vez podría salir a comer con Eiji, engordar juntos y vivir una vida de sedentarismo en el sofá con Jade.

            Era un plan magnífico.

            Al salir de la habitación y encaminarse en dirección al baño, pudo divisar a su compañero sentado en una de las sillas de la sala. Su mirada se encontraba perdida y no movía ni un músculo, tal vez era a causa del sueño.

           —La temperatura está mucho más baja de lo habitual y tu estás sin camiseta, ¿acaso el natto afectó tu sistema? No quiero que te enfermes.— Pero Eiji decidió ignorarlo.

           Algo ofendido, continuó con su camino para poder quitarse la desagradable molestia sobre su cuerpo. Una ducha rápida y caliente borraría todo lo ocurrido hace unos momentos atrás. Debía relajar sus pensamientos e impulsos, no quería que el nipón se preocupara y además, presentía que sería un buen día asi que no debía arruinarlo con sus tonterías.
          
           Dió una mirada rapida en el espejo antes de colocarse su camisa, notando el extraño cambio sobre él.