Capítulo 8

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-¡Ash! ¡Ash! ¡Ash! ¡Ash!- Gritaban alrededor, mientras que el rubio tomaba una gran cantidad de tequila de un vaso bastante amplio. Al terminar su "fondo blanco", todas las personas a su lado comenzaron a gritar. -¡Woooo!

-¡Este chico es un demonio!- Gritó un hombre detrás de el.

-¡Te dije que lo haría! ¡Me debes 20 dólares!- Gritaba un joven a su amigo.

-¿Que es esto? ¿Agua? ¡Sing, pidamos algo más potente!- Dijo Ash, mientras que Sing se encontraba bailando en una de las mesas del bar.

-¿¡Que mi hermana está potente!?- Respondió Sing. -¡Iré a arrancar esos perfectos ojos tuyos y venderlos en el mercado chino!

-¡Ni siquiera tienes hermana!

El joven chino lo meditó. Estaban ebrios, muy ebrios.

-¡Lo siento! ¡la música está muy fuerte!

Ash subió a la mesa junto al chino para lograr escucharse y mantener una "conversación" más decente.

-¡Dije que pidamos algo más fuerte!- Repitió el rubio.

-¡Estamos muy borrachos! ¿¡Cómo piensas que llegaremos a casa si seguimos tomando!?

-¡Iremos volando!

Sing se detuvo y lo observó por unos segundos con el seño fruncido para luego dirigirse al Bar Tender.

-¡Caín, danos lo más fuerte que tengas!- Gritó el chino para continuar bailando sosteniéndose del cuello del rubio.

-¡La casa invita! ¡Brindemos por el regreso del Lince!

Todos levantaron sus jarras en señal de brindis. Todo el bar estaba completame ebrio.

Mientras tanto, un nipón preocupado se adentraba al bar, encontrándose con sus dos mejores amigos cayéndo de la mesa en la que se encontraban.

-¡Ash! ¡Sing!

¿Como habían llegado a ese estado?

      ¿Como habían llegado a ese estado?

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-Muy bien, Ash. Como has vuelto mágicamente de la muerte y todo es paz desde ahora, nos divertiremos de todas las formas posible ya que estamos envejeciendo.- Dijo Sing tomando una silla, girandola y sentándose frente a Ash y Eiji, quienes se encontraban decidiendo que película verían en la noche. -Ve a Eiji, ya es todo un abuelo. En vez de estar divirtiéndose afuera, está eligiendo novelas y peliculas para llorar en la noche.

Eiji lo miró enojado. El no era tan viejo, apenas tenía 29 años y estaba en excelente forma, ¿por qué debía molestarlo de esa manera?

-Ya veremos cuando tengas mi edad y termines en silla de ruedas por las patadas que voy a darte si no dejas de molestarme.- Dijo Eiji inflando sus mejillas.

Mi Alma Siempre Estará Contigo | AshEijiWhere stories live. Discover now