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- SEÑOR, PIDEN VERLO - ANUNCIÓ un chico temeroso.
- ¿Quién?
- La señorita Pearl Rowen, no sé si sea de esos Rowen... señor, ¿la dejo entrar?
- Pues claro, mierda, hazla pasar.
Pearl tomó su bolso y se encaminó a aquella oficina, completamente nerviosa y con el corazón en la garganta. Dio un suspiro antes de entrar y por fin, tuvo el valor de hacerlo.
- Señorita Rowen, es una increíble sorpresa verla - dijo con voz caracterizada.
- Puedes salir, por favor - ordenó ella, decidida.
El muchacho dudó unos segundos antes de ambos lo miraran extrañados y tuviera que salir por orden indirecta.
- ¿Qué hace tan hermosa señorita en una jodida destilería cómo está? - preguntó, con una media sonrisa.
- Señor Solomons, me parece que usted cometió una traición a cierto socio.
- ¿Señor Solomons? Amor, ¿pero qué pasó? ¿En verdad estás enojada conmigo por yo estar enojado contigo por una razón completamente válida? - cuestiona con el rostro fruncido.
