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EL JUEVES SE CELEBRÓ el cumpleaños de Alfie. Los niños cumplieron con su tarea y ayudaron a Pearl a preparar el pastel y le obsequiaron un perrito como Cyril, que era aún un cachorrito.
Esa madrugada Pearl había recitado un rito de curación, por lo cual tuvo que permanecer en cama durante una semana entera, pues tenía bastante tiempo sin usar sus dones curativos y definitivamente había perdido la energía necesaria para ello.
Alfie podía mover su cadera como si le hubieran puesto una nueva, además la piel muerta en su cuerpo desapareció, junto con la irritación y la gran cicatriz en su rostro, regresándole la vista. Pearl estaba satisfecha de haberlo curado.
— Ven aquí — susurró el hombre envolviéndola en brazos. —. ¿Mejor?
— Sí — asintió. —. Mejor.
— Eh, Pearl, tal vez no sea el momento, pero llegó esta carta en el correo y creo que deberías leerla.
Alfie le entregó un sobre con la dirección de su hogar, destinada a Pearl. Al abrirla, había otro sobre con su mismo nombre y la dirección de sus padres. Al ver eso no le fue difícil adivinar de quién venía aquel escrito. Mantuvo el enojo y leyó lentamente.
