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1932.
LOS RAYOS DEL SOL molestaron a Pearl, quien se cubrió la cara con la sábana. Mientras caía dormida nuevamente, el fuerte canto de sus hijos la despertaron de golpe. Phoenix e Índigo le cantaban "feliz cumpleaños" mientras sostenían un pastel entre los dos. Tommy seguía el canto riendo, mirando a su esposa.
— Feliz cumpleaños, amor — susurró besando sus labios. —. Te horneamos un pastel y abajo están tus obsequios.
— Índigo y yo hicimos el nuestro, el de papi es aburrido — negó Phoenix. —. ¡Ven, ven!
El ojiazul la sacó de la cama, estirándola de un brazo y la ojimiel, estirándola del otro.
— ¡Niños, no la hagan correr! — exclamó Tommy. —. ¡Por Dios, la van a poner en labor de parto!
— ¡Pero necesita verlos!
— Bien, cuidado con las escaleras, cuidado con las escaleras, ¡cuidado con las escaleras! — gritó el padre.
Pearl reía junto a sus hijos, quienes por fin se detuvieron en la sala de estar, donde se encontraban los presentes. Había uno envuelto perfectamente y el otro con muchos detalles, así que tomó ese primero sabiendo que era el de Índigo y Phoenix.
