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ARTHUR Y JOHN NUNCA FUERON buenos en el colegio, ellos siempre fueron buenos en molestar a los otros niños y hacerse bromas entre ellos. Lo que tenían, era mucho cariño por brindar. De todos sus hermanos, ellos dos eran los que más cariñosos eran, tanto con su familia como con sus esposas. John era muy cariñoso con sus hijos y con Esme, le gustaba pasar tiempo con ellos (aunque era muy real que era común que se pasara con otras mujeres). De pequeño, quería mucho a su madre y se le correspondía, pues Martha lo amaba con todo su corazón y alma.
Arthur quería mucho a sus padres y era muy apegado en especial con su padre, sin embargo, siempre fue algo despreciado de niño. Al ser el mayor de todos sus hermanos, muchas de las responsabilidades caían sobre él y aunque lo querían, no era tratado con tanto amor como los más pequeños pero no sentía ningún tipo de recelo por ellos, de hecho, los amaba mucho y este amor, también recaía en su cuñada: Pearl.
Pearl había sido recostada y un paño húmedo reposaba sobre su frente esperando que despertara. Polly lloraba silenciosamente, pues no podía entender por qué se esmeraban en lastimar a un alma tan pues como la de ella. ¿Cuántas veces más iba a ser víctima de depredadores? La tía pedía a Dios por la protección de la muchacha.
— ¿Dónde están Arthur y John?
Una vez esos dos llegaron al lugar de las apuestas, soltaron a Harry y comenzaron a molerlo a golpes. Aunque había tratado de explicarle su falsa historia, todo era en vano pues ni siquiera Finn, quien era algo idiota, lo creía. Arthur se quitó la boina y le cortó los ojos, después fue cortándole toda la piel.
