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A VECES, EN LAS NOCHES Pearl solía imaginarse en los brazos de su madre, mientras le cantaba alguna canción de cuna, como cuando era menor. Sus días se sentían cada vez más fríos, pues Sabini ya no visitaba su cuarto con constancia, parecía haberse olvidado de tenerla ahí. A veces la visitaban sus camaradas, pero no debemos entrar en detalles para saber a qué iban exactamente.
- Estás más delgada; come.
El largo brazo de un italiano le extendió un sándwich, frío y algo aplastado. Ella tuvo que aceptarlo, ciertamente gustosa, pues no había comido en días.
- Gracias - susurró.
- El jefe estará aquí en algunos minutos, te recomiendo que no des muchos problemas - avisó, sentándose en la silla delante de ella.
- ¿Él está bien?
Mientras el hombre suspiraba, irritado por las preguntas de la muchacha, negó.
- No hagas preguntas, niña. Si bien estoy siendo amable contigo al avisarte de esto, no me voy a poner a llorar junto a ti - suspira irritado. -. Entonces si es falso que son unos brujos vampiros - dice burlón. -. Si tú madre realmente fuera una bruja, ya todos estaríamos hechizados - ríe.
La menor se quedó callada y sintiéndose apenada, regresó a su sándwich, triste.
La puerta se abrió estruendosamente, mostrando a un Darby Sabini demacrado. Se notaba su falta de sueño y energía, sin embargo, al ver a Pearl, sonrió.
