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EN LA HELADA Y NEBLINOSA mañana del día siguiente, la familia se encontraba reunida en el funeral de Thomas Shelby.
La muerte había sido repentina, seca, inexpresiva. Nadie imaginó que ocurriría, así que nadie comentó absolutamente nada después del sucedió. Se dividieron los puestos en la empresa, los cargos, todo se distribuyó perfectamente después de aquella muerte.
Nadie dijo una sola palabra durante todo el evento. Estaban todos en completo y total silencio.
— Antes de que enciendan la carroza, Pearl desea decir algunas palabras — pidió Polly.
Jeremiah, quien era el encargado del fuego accedió y la castaña quien se encontraba seria y callada caminó frente a la carroza y se colocó frente a ella, suspirando pesadamente.
— Bueno, esta es la primera vez en años que logro verlos a todos reunidos una vez más — susurra. —. Sé que esperan que diga que mi esposo fue un hombre ejemplar: un héroe en la guerra, todo lo lindo que hizo en su vida y, sí, escribí todo un discurso, pero me parece correcto hablar desde el corazón y no decir lo que sentía la noche anterior — asintió guardando el papel. —. Yo lo amaba y él a mi, siempre fue así. Desde el primer momento en el que lo vi supe que lo amaba y quise estar junto a él. Lamentablemente, hoy me veo en una situación que jamás en la vida desee experimentar y es el estar aquí, de pie frente al lugar donde será quemado el cuerpo de mi por siempre amado, marido — tosió sutilmente. —. El amor era algo que yo no creía real, cuando lo conocí se lo detallé claramente. Yo creía que el amor te cegaba, te hacía lento y torpe, y tal vez sí, lo hace, pero de una mejor manera a cómo yo pensaba. Conocí el amor con Tommy. La sensación de mariposas cuando me abrazaba, cuando me llamaba linda o simplemente me miraba con los ojos iluminados. No podría estar más agradecida con él, jamás estaré tan agradecida con alguien. Puedo darles mi palabra, a ustedes en vida, que él está presente, de pie, detrás mío, abrazándome por la espalda como solía hacerlo en casa mientras mirábamos por el ventanal de nuestra habitación — Lizzie giró su cabeza incómoda.
