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THOMAS SHELBY RECONOCÍA LA mierda que era. No podía creer que aún sabiendo perfectamente que estaba enamorado de Pearl en su total plenitud, pudiera lastimarla. Verla ahí, solitaria y triste, ocasionado por el desamparo que sentía junto a su esposo, le dolía en el alma, pero se sentía el hombre más hipócrita del planeta, pues él tenía toda la culpa.
Se había disculpado ante ella, le había rogado de rodillas que lo perdonara y aunque la muchacha se abrazaba a él hasta quedarse dormida, jamás decía nada.
El distanciamiento comenzó a aparecer de nuevo y ahora era Thomas quien intentaba mejorar la relación, ya que sabía que la había cagado, pero Pearl no se ponía suave ante él. Y parecía que todo se había ido a la mierda, hasta aquel día que ella vio dentro del alma de su esposo. Pensó que estaría podrida y totalmente destruida, pero para su sorpresa, él tenía el alma realmente preciosa. La parte que antes había apagado (al romper él su promesa) se había arreglado, entonces supo que sus disculpas eran realmente verdaderas. Gran parte del alma de Tommy tenía a Pearl en ella; recuerdos, su sonrisa, su voz, cosas pequeñas que siempre tenía en la cabeza, como sus lunares, sus hoyuelos, cicatrices, etcétera. Aunque ella pensara que no merecía un perdón, su ser expresaba pena, remordimiento y asco de sus anteriores acciones.
— Cálido — susurró él.
— Oh, lo lamento — se disculpa con las mejillas coloradas.
