Durante una tormenta en Alaska

Un lindo vecindario

—Me ha pasado igual. Digo, la mayoría de las personas se acostumbran a la comodidad de un lindo vecindario, pero no disfrutan del parque, del columpio, o de la piscina. Simplemente se acostumbran a que están allí pero no la disfrutan, las personas son extrañas —me dijo, como si sabía algo que yo no, como si guardara una gran sabiduría que yo no conocía.

—¿Vives es un lindo vecindario? —le pregunté. Mientras quedé conmovido por apreciar realmente el azul del cielo —¿desde hace cuánto no veía estos colores? —pensé.

—No tengo casa, realmente. Soy una nómada. Hace tiempo que viví en un lindo vecindario con parques y esas mierdas lindas, pero todo se arruinó y me tocó irme a un lugar extremadamente pequeño, sin baño propio y sin televisión por cable. Así que un día decidí que ese no era mi lugar, y comencé a viajar por el mundo intentando convertirme en una estrella de rock.

—Sonreí, pensé que me estaba tomando el pelo—. ¿Así que eres cantante? ¿artista también? tenemos más cosas en común de lo que imaginé —Pero al voltear a verla, me di cuenta de que lo estaba diciendo muy en serio.

—Soñé con tener una banda, pero, si es difícil compaginar con una persona, imagínate compaginar con cinco señores de la tercera edad que han tenido toda la vida el sueño de querer ser artistas y que tengan miedo de presentarse porque piensan que no suenan bien y deciden quedarse a ensayar por siempre en el garage del integrante que ya es viudo o divorciado, eso me deprime —me contestó con un tono de tristeza, realmente sentía cada palabra que estaba diciendo.

—¿Así que te deprimen los hombre de la tercera edad que son divorciados? —me salió una gran carcajada—. Qué irónica es la vida —respondí—, que hoy te encuentres con un artista fracasado de la tercera edad, con el sueño de querer escribir un libro desde su adolescencia, pero solo llegó a ser un profesor de universidad que odiaba cada ensayo excelente de algún alumno en potencia que veía como ese joven desperdiciaba su futuro con drogas y alcohol, porque sus padres y la sociedad no creyeron en él, cuando en realidad lo que debió haber hecho fue mandarlos todo a la mierda y escribir lo que sentía su alma —En ese momento comencé a reí, y de mi ojo izquierdo me brotaban varias lágrimas.

—Perdón, no quise decir eso —me dijo con un tono apenada—, no sabía que...

—No solamente tú puedes hacer bromas —sonreí—, no soy de la tercera edad, solo que, mi vida ha sido un completo desastre... con un montón de sueños que se quedaron solo en mi imaginación, con una esposa que no me quería y que solo estábamos por costumbre, con hijos que deseaban irse a los 16 años de casa porque ya no aguantaban la forma en que sus padres se trataban, con el sueño frustrado de ser un gran escritor y en este momento lo único que tengo seguro es que puedo morir de hipotermia si no me levanto pronto de aquí —Me levanté de la nieve, y me senté en tronco que había en el suelo.

Ella estaba apenada. Pero de pronto me sorprendió diciendo.

—Hacemos buen equipo.

—¿A qué te refieres?

—No eres el único que apesta —comenzó a burlarse de sí misma. —Vine con mi productor quien me ofreció un gran tour por las ferias de Alaska, para poder cantar en un concierto que comenzará esta semana y cuando llegamos a la estúpida cabaña para intentar componer algo, quiso propasarse conmigo —lo estaba diciendo en serio, podía ver cómo sus ojos se llenaban de lágrimas que no salían, continuó diciendo—. Afuera había una gran tormenta, pero antes de partirle la botella de champaña que él mismo había llevado para celebrar en la cabeza, preferí salir de ese jodido lugar sin ver atrás, quería triunfar y cantar, en serio, pero no a ese costo —me observó con una gran sonrisa—, y tú querido amigo, después de fracasar en tu vida, hoy me has salvado abriéndole la puerta a una perfecta desconocida que estuvo a punto de ser violada o congelada en la tormenta —Me tomó de la mano y terminó diciendo—, y tal vez debíamos pasar por todas esas situaciones de la vida para poder salvarnos uno al otro.