Mi musa sin electricidad

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Al finalizar, la chica que me acompañaba colocó música para ambientar la tarde de invierno que nos arropaba, mientras afuera el viento arrasador rugía con fuerza las ramas de los pinos que se encontraban alrededor.

Ella comenzó a cantar, esta vez algo que nunca había escuchado, era una especie de música sureña, country tal vez, su tono era un poco ronco, pero a mis oídos era la melodía perfecta.

Cantaba con los ojos cerrados, y tomaba cualquier objeto que encontraba a la mano y lo convertía en micrófono, la cama era su tarima y yo era su único espectador, aunque para ella tal vez imaginaba que habían más de cien personas en la habitación.

Mi creatividad comenzaba a crecer cada vez un poco más, encendí mi ordenador, me dejé llevar por el repertorio de canciones que esa noche me estaba presentando. En cada canción se colocaba un atuendo diferente que sacaba de su maleta que parecía no tener fin.

Ropa colorida iba y venía, mientras mis manos, la acompañaban al compás del teclado haciéndome volar entre las palabras, la imaginación y la fantasía. Comencé a escribir sobre ella, sobre su personalidad única y peculiar, sobre los atuendos extraños que usaba, los anteojos que se colocaba, el maquillaje extravagante, las canciones que sonaban desde el alma, a veces con la ayuda del pequeño radio con baja señal y otras veces no hacía falta, pues cantaba como una sirena seduciendo a su presa.

Sin darme cuenta, la luz de pronto dejó de funcionar, todo quedó a oscuras, excepto la chimenea que aún le quedaba un poco de brasa. Cerré la laptop, y me levanté rápidamente para buscar leña para aumentar el fuego y no morir congelados esa noche. Quería que ella siguiera cantando, deseaba que cumpliera su sueño de ser una gran cantante, porque en realidad lo era.

Ella tomó una linterna que sacó de su maleta y comenzó a iluminarme mientras yo intentaba hacer fuego.

—Tienes de todo en esa maleta —dije sonriendo, con un tono de broma.

—Soy una chica precavida. Leí que este pequeño pueblo es muy inestable con la luz y además, siempre es bueno andar con un kit de supervivencia, no todos sabemos hacer fuego como tú —respondió, siguiéndome el juego.

Durante una tormenta en AlaskaWhere stories live. Discover now