Capítulo XXXIII. (Soluciones)

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Capítulo XXXIII. (Soluciones)

POV Adrián

—Dios, me duele el culo. —me dejé caer en el piso con la respiración un poco agitada.

—Olvide advertirte que mis entrenamientos son bastante fuertes.

—No creo que pueda levantarme, me siento fatal.

—Estarás bien mañana. —se acercó y me tendió la mano, la tomé y me puse de pie.

—Eso espero, porque tengo que trabajar.

—Vamos, tienes que dormir un poco.

— ¿Me llevarás a casa?

—Puedo bajarte si quieres o te puedes quedar, yo tengo que irme temprano para trabajar, pero...

—Prefiero quedarme, en otro momento preferiría regresar para intentar llevar en paz la situación con los chicos, pero no creo poder sostenerme en la moto.

—Te prestaré ropa, toma una ducha y duerme.

Entramos a la habitación después de unos minutos y arrastre los pies hasta el baño para darme una ducha, el agua caliente me relajo los músculos hasta que el dolor fue mucho menos fuerte y cuando salí ya me estaba esperando sobre la cama una muda de ropa y algo para cenar. Me puse la ropa de M, un mono y una camisa negra grande y cómoda. Me senté sobre la cama y tomé un trozo de pizza humeante para morderlo, le di un sorbo a la botella de refresco sobre la mesa y suspiré complacido.

Literalmente me desmayé después de eso, tan pronto hundí el rostro en las almohadas y sentí ese delicioso aroma, una mezcla entre cigarro, perfume, alcohol, y menta. Siempre es difícil describir el aroma de M, pero me gusta y lo suficiente como para quedarme mucho más tiempo del necesario en su cama, a pesar de tener que regresar con los chicos. Me desperté cuando M lo hizo y silenciosamente lo vi arreglarse, tomó sus cosas y salió de la habitación, apreté los labios preguntándome a dónde iría y si estaría bien.

Me quedé un par de horas más, porque de hecho era bastante temprano, el cielo seguía oscuro cuando M salió de la casa, lo que hizo que volviera a aparecer el atisbo de preocupación. Me dispuse a levantarme después de dormir otro rato y así mismo como estaba tomé mis cosas y las pistolas para guardarlas antes de salir.

No sé cómo ubicarme en la parte alta de la zona roja, porque siempre que venimos es de noche y no puedo ver las calles. Me puse a ver los alrededores cuando se me acercó un hombre, no mucho mayor, con barba, perforaciones, tatuajes y estaba fumando.

— ¿Eres Adrián?

—Sí. —me preparé mentalmente para tomar mi arma de ser necesario.

—M me dijo que te bajará.

— ¿M lo hizo? —eso no me lo esperaba.

—Sí, voy de camino, así que no es molestia, vamos.

—Gracias.

No me sentí cómodo en la moto con un extraño, pero tomé la decisión de aceptar la oferta, en lugar de quedarme por horas dando vueltas sin saber a dónde ir, y llegamos bastante rápido a la parte baja, él me dejó en frente del lugar de los Halcones y se presentó como «Joshua» antes de irse. Entré esperando no encontrar a nadie o más bien a ninguno de los chicos, pero esta vez la situación no fue generosa conmigo.

George y Jacobo estaban tomando café y Darío estaba desayunando, todos me clavaron la mirada como si yo fuera una presa a la que le habían estado montando casería durante horas, intente sonreír y pase de largo hasta las escaleras, sin esperar que me detuvieran. Entré al baño y después de ducharme y cambiarme con mi propia ropa, sujeté bien mi cabello, considerando otra vez sí lo mejor es cortarlo o dejarlo largo. Después bajé por algo de comer, dispuesto a enfrentar lo que fuera.

Marioneta de CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora