Capítulo LXXXII. (Lucha)

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Capítulo LXXXII. (Lucha)

POV Adrián

—Daniel, ¿dónde estás? Necesito hablar contigo —le dije.

— ¿Es urgente? Estoy en la parte alta de la Zona Roja.

—Sí, es importante. ¿Podemos encontrarnos allá? —insistí.

—Claro, estoy trabajando, pero me puedo tomar un tiempo libre.

—Entonces te veo en veinte minutos.

—¿Sigues en el centro? —me preguntó, y escuché voces en el fondo.

—Sí, tengo que dejar a los chicos en casa primero, pero voy a inventar una excusa para ausentarme un rato. Esto es importante.

—De acuerdo, entonces te espero aquí.

Después de colgar, esperé a los chicos dentro de la camioneta, que por órdenes de Bruno estaban retirando unas cajas de mercancía de un depósito que estaba cerca. Yo no salí para poder obtener un momento a solas y llamar a Daniel, pues necesitaba hablar con alguien sobre el asunto de la nota, porque era demasiado sugerente para poder ignorar sus palabras. Y lo peor de esa situación era que sabía que el culpable había estado tan cerca de mí que ni siquiera podía imaginar de quién era.

Quería hablar directamente con S sobre el asunto, porque era mucho más hábil notando los detalles que yo siempre ignoraba, pero al finalizar la reunión se fue con Ronald fuera de la ciudad porque tenían trabajo, así que no fue posible poder decirle algo. Y tampoco iba a verlo por unos días.

Tampoco pude hablar con M, porque se despidió de mí enfrente del restaurante, y no pude preguntarle a dónde iba para evitar llamar la atención. Pero él se aseguró de que todo el mundo notara la interacción entre nosotros con la intención de molestar. Y sabía que ese era otro asunto con el que tendría que lidiar en otro momento, porque desde el viaje me habían puesto en una posición incómoda, y lo que antes había sido una pelea silenciosa, se había convertido en una guerra.

Tenía tantas preocupaciones en la cabeza que no sabía cómo canalizarlas. Pero tenía que, o tardé o temprano mis amigos se darían cuenta de que estaba pasando algo con lo que me era imposible lidiar. Ya no quería seguir escondiendo secretos, pero tampoco podía ser sincero con ellos. Era imposible poder escapar de esa situación, aunque fuera incómoda.

—Adrián, ya estamos de vuelta. Vamos a poner todo en la maleta —me avisó Jacobo, y asentí.

—Claro, está abierta.

Esperé que guardaran toda la mercancía, y me puse en marcha cuando los tres regresaron a la camioneta. Llegamos rápido a la Zona Roja, y los ayudé a descargar cuando me estacioné en la casa. Sin embargo, cuando terminamos con esa parte, les dije que iba a comprar comida en el territorio para poder excusarme durante un rato, y ninguno de ellos pareció tener sospecha de mi doble intención en ese instante.

Le escribí a Daniel para pedirle que me enviara su ubicación, y cuando la respuesta llegó me dirigí a la Zona Alta del territorio, cerca del mismo lugar donde estaba la casa de M. Y por eso no me costó trabajo llegar al depósito en el que estaba trabajando. Me aseguré de tener el arma accesible y suspiré antes de bajar de la camioneta. Me di cuenta de que algunas personas me observaron, pero hice lo posible por no ver a nadie, porque no quería llamar la atención, pues la mayoría de las personas en esa parte del territorio ya me habían visto y me conocían.

Entré al depósito y busqué a Daniel con la mirada. Estaba concentrado revisando unas cajas, así que me aclaré la garganta para llamar su atención. Levantó la cabeza y dejó lo que estaba haciendo para ponerse de pie.

Marioneta de CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora