Capítulo V. (Adrián Red K Now)

3K 442 74
                                    

Capítulo V. (Adrián Red K Now)

POV Adrián

James se apartó de nosotros tan rápido como fue capaz de hacerlo, y pude ver a la distancia que tomó la mano de un chico, que estaba lo suficientemente cerca como para escuchar todo lo que habíamos dicho. Ambos estaban nerviosos, pero a pesar de eso James me miró fijamente, intentando transmitirme algo con la mirada algo que no supe interpretar del todo bien; tal vez miedo o lástima.

No me sentí mal al verlo con un nuevo novio, a pesar de que escuchar su voz me trajo recuerdos, por los cuales hace días estaba sufriendo. Pero mi vida cambió de tal forma que James, y su nuevo novio, son completamente irrelevantes en estos momentos.

Tan pronto ambos desaparecieron de nuestra vista yo miré a S.

— ¿Compraste lo que necesitabas? —pregunté.

—En parte, pero debemos ir por otras cosas. Vamos.

—Espera, quiero saber si lo que dijiste es cierto, ¿somos novios? —indagué.

Es algo que necesito saber para saber en qué punto me encuentro con él, y lo que va a suceder a partir de ahora.

—Nosotros somos todo Adrián, tú eres mío, y ahora necesito que hagas algo por mí —manifestó.

—De acuerdo.

—Tengo que ir a hablar con un sujeto al final de esa calle. Necesito que vigiles la entrada —señaló la calle y asentí.

— ¿Vigilar qué cosa exactamente? —cuestioné.

—De que no venga la policía —respondió, y trague saliva.

— ¿Crees que puedas hacerlo?

—Creo que sí.

—Chico bueno, espérame. Solo serán algunos minutos.

Caminamos hasta esa calle, y él entró por un callejón. Me hizo una señal a modo de advertencia para que me mantuviera en silencio, y asentí.

Me recosté sobre una pared para comenzar a vigilar la calle. Suspiré suavemente y observé cómo las personas caminaban de un lado al otro, simplemente conversando entre ellas, tal vez hablando por teléfono, leyendo el periódico, o tomándose un café supuestamente bien caliente vuelto agua en un vaso de plástico blanco. No fue hasta que apareció un grupo de chicos extraños que me puse nervioso, ellos iban molestando a otros chicos, que no se atrevían a responder las groserías, los golpes o las molestias. Uno de ellos se percató de mi existencia y sonrió de una forma que me resultó tenebrosa.

Inmediatamente eso hizo que los otros también me dedicaran su atención, y aunque dejaron en paz a los otros chicos, ahora yo soy el que necesito que me salven, y mi novio no termina su conversación al fondo del callejón con quién sabe qué hombre. Entonces recordé la cadena en mi cuello, la saqué para que pudieran verla, tratando de crear alguna clase de advertencia entre ellos y las posibilidades de hacerme algo, y para mi enorme sorpresa, funcionó. Ellos retrocedieron, y aunque sus miradas seguían fulminándome, ahora con odio, se alejaron hasta desaparecer por la calle.

—Terminé los negocios —comunicó S, y su voz me tomó por sorpresa, así que puse la mano sobre mi pecho.

—Eres tú —murmuré, aliviado.

— ¿Pasó algo?

—No, todo está en orden. ¿Qué estabas haciendo?

—Comprando polvo.

— ¿Droga?

—Exactamente.

— ¿Es para ti? —cuestioné, preocupado.

Marioneta de CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora