Capítulo LXXXV. (Harry)

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Capítulo LXXXV. (Harry)

POV M

Me estacioné y bajé de la moto para dirigirme al restaurante, pero no entré. Me quedé frente a la puerta y saqué un cigarro de mi bolsillo para prenderlo e inhalar la nicotina tan rápido como pude. Había accedido a reunirme con él por mis propios motivos egoístas, pues tampoco era tan estúpido como para no aceptar ayuda que sabía podría ser de beneficio para el caso en el que estaba trabajando desde hace meses. Pero la idea de verlo me hacía sentir enfermo.

—Ya falta poco tiempo... —susurré y miré el cielo. Estaba oscuro, pero solo eran las dos de la tarde. El día me estaba advirtiendo sobre un mal presagió, lo sabía.

Tiré el resto del cigarro al piso, y suspiré antes de caminar a la puerta del restaurante. Pero antes de que pudiera abrirla alguien salió, y por poco chocó de frente conmigo.

—Disculpa... —dijo rápidamente, pero se calló en cuanto me vio.

—¿Jacobo? ¿Qué estás haciendo aquí? —le pregunté, y ambos nos apartamos del medio de la puerta para dejar a otras personas salir.

—Estaba almorzando con George, pero él salió primero, así que me está esperando una calle más allá. ¿Tú qué estás haciendo aquí?

—Me voy a reunir con alguien. Es un socio que está interesado en hacer negocios con nosotros—aclaré y él asintió —, pero aún no ha llegado, parece que es impuntual.

—Suele pasar —murmuró y desvió la mirada—. Por cierto, ¿sabes en dónde está Adrián? Necesito hablar con él, y como ustedes siempre están juntos...

—Lo acabó de dejar en el hospital, me dijo que tiene una clase con Marcos, pero creo que tiene tiempo libre después de eso, puedes buscarlo ahí.

—Gracias, eso haré. Tengo que irme, espero que tengas suerte en tu reunión.

—Sí, yo también... Buena suerte con tu charla —musité, y él me sonrió antes de irse corriendo.

Entré al restaurante y me senté en la mesa más apartada que encontré para esperarlo sin llamar la atención de nadie. Miré la hora en mi reloj y suspiré. La verdad no había pasado mucho tiempo, pero estaba demasiado ansioso como para poder relajarme. Era la primera vez en mucho tiempo que me sentía tan intranquilo por una reunión.

Comencé a jugar con el servilletero, y para el momento en el que él llegó y puso una carpeta sobre la mesa, todas las servilletas ya eran bolas de papel o aviones.

—Eres bastante ocioso, por lo que veo —señaló.

—Y tú eres muy impuntual —repliqué.

—Se presentó un inconveniente de último minuto, normalmente soy bastante puntual. Y tú sabes cómo es esto tan bien como yo, nuestro trabajo está lleno de imprevistos.

—¿Esto contiene todo lo que necesito? —cuestioné, y comencé a jugar con la carpeta sobre la mesa.

—Sí, es todo lo que he averiguado en base a la información que te dije, espero que sea útil. ¿En dónde está lo mío?

—Aquí lo tengo —le dije y saqué un sobre de mi chaqueta para dárselo —. No estoy seguro de que tan eficiente va a ser este intercambio, pero tal vez terminemos atando datos inconclusos en esta investigación.

—El otro día me dijiste que hablas con él sobre todo, que son muy sinceros con el otro. ¿También sabe sobre esto? —indagó.

—No —respondí serio, y saqué un cigarro de mi bolsillo. Me estaba provocando, pero no tenía ninguna intención de caer —, solo porque no veo la necesidad de decirle algo que está inconcluso. Es decir, nada de lo que está escrito en ese papel que tienes en las manos, por desgracia, es comprobable, así que no vale la pena hablar sobre este tema.

Marioneta de CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora