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𝑁𝑎𝑟𝑟𝑎𝑑𝑜𝑟 𝑂𝑚𝑖𝑠𝑐𝑖𝑒𝑛𝑡𝑒
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El joven de cabello petróleo jugaba con su lápiz mientras esperaba la llegada de su compañero mágico. No pudo negarle la ida hacia el pueblo y que realice las compras necesarias, sabía que si lo hacía haría un berrinche catastrófico. Se da vuelta dándole la espalda a la puerta de su tienda y siente la campanilla sonar, indicando la llegada de alguien.
— Denki, te haz dem-.. ¿P-Príncipe Bakugō? —.las mirada se conectaron y hubo unos segundos de silencio, el de mayor clase social se acerca al vendedor quien nervioso agarra unas llaves posicionándolas entre sus nudillos por si ocurría algún percance.— ¿Se le ofrece algo? —.
El joven príncipe tensaba su mandíbula y sus muecas demostraban que quería decir algo pero no podía. Hasta que finalmente se digna a hablar.
— Q-Quería... Quería agra-... —.tose para aclarar su garganta.— agradec-.. —.suspira enfadado y murmura frases que Izuku no alcanzó a oír.— ... La carta... —.la mirada penetrante del rubio se dirige hacia otra dirección.
El más bajo no tardó en entender el significado de su agradecimiento incompleto, sonríe de lado soltando un pequeño suspiro observándolo con "ternura".
— Oh, si, entiendo —.no iba a provocarlo esta vez insistiéndole en que le diga a lo que se refiere. El gruñón mira de forma detenida la mano del pecoso que sostenía unas llaves entre los nudillos.
— ¿Por qué tienes eso allí? —.le apunta por unos segundos la mano y el ruloso suelta las llaves dejándola sobre la barra.
— U-Uhm... Los omegas lo hacemos cuando... —.pensó dos veces antes de decirle el significado y niega varias veces.— olvidalo, ¿te sirvió el remedio que te entregué junto a la carta? —.volvió a hablar en segunda persona para que el de cabello ceniza no le gritara.
— Si... Me mejoré rápido —.mintió el ojos escarlata mientras se daba vuelta y observaba la mercancía de Izuku, de hecho, ni siquiera la abrió ya que se mejoró en segundos con tan sólo leer la carta. ¿Qué ocurrió con la poción? La guardó como si fuera una reliquia de la realeza.
— Me alegro de que te mejoraras, no quiero que tu reino caiga en devastación —.sonríe y sirve un poco de té de hierba.— ¿quieres? —.
El rubio observa la taza y acepta por el simple hecho de que fue preparado por Izuku, tomaba sorbos pequeños para que durara más, no quería que se acabara de una vez. La puerta de la tienda se abrió, mostrando a un rubio con un rayo dibujado en su cabello que traía bolsas y una golosina en su boca.
