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𝑁𝑎𝑟𝑟𝑎𝑑𝑜𝑟 𝑂𝑚𝑖𝑠𝑐𝑖𝑒𝑛𝑡𝑒
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La caminata del peliesmeralda iba disminuyendo, su estómago rugía un poco durante la mitad del trayecto por el hambre que sentía. Su vista al ver la capital provoca una sensación de alivio en su cuerpo, apresura sus pasos hasta soltar un suspiro, toma una buena bocada de aire y lo exhala, sonriendo mientras sus ojos brillaban. Se acerca mientras escucha el canto de las flautas junto al mullicio de la gente y animales, el pecoso casi iba saltando como caperucita de la emoción mientras observaba a las personas, todas se veían animadas y trabajadoras.
Iba a probar su suerte allí, quizás podría vender una gran cantidad de sus productos en la capital. Su tienda estaba siendo cuidada por Denki, quien nervioso por no poder acompañarlo, le prometió cuidar hasta la más mínima raíz de un clavel. Suelta una risa pequeña, chocando con alguien al no fijarse en el camino.
— Lo siento, no fue mi intención —.realiza una pequeña reverencia como respeto, llegando a sus fosas nasales un olor a incienso, levanta la miraba captando de inmediato una sonrisa de oreja de oreja y ojos grandes.
— No se preocupe —.el desconocido quita su sombrero de la cabeza haciendo un ademán de respeto, colocándoselo nuevamente para luego pasar al lado de Izuku.— tenga buen día.
Lo observa irse aún con la sonrisa algo tétrica, el pecoso ladea su cabeza confundido pero lo que más le extrañaba era no sentir el peso de su pequeño bolso. ¡Su bolso!. Mira si se ubicaba aún aquel transporte de productos a un costando, verificando que no estaba.
— ¡O-Oiga, mi bolso! —.va detrás del pelinegro, pero este ya se estaba alejando corriendo, pasando por entremedio de la multitud, perdiéndolo por completo. En la persecución pudo recuperar algunos de sus productos que se fueron cayendo, pero eran muy pocos a comparación de los que traía. Al ver unos guardias se acercó a ellos, informándoles sobre lo ocurrido mientras respiraba agitado. Aunque era de esperarse de que estos hombres betas lo miraran con desprecio, Midoriya no juzgaba y siempre tenía la esperanza de que al menos cambiaran un poco.— E-Era moreno, con una gran sonrisa y ocupaba un sombrero —.
— Lo siento, pero es mejor que te rindas omega, todo lo que es robado por ese chico no vuelve. Hemos intentado atraparlo pero todo es en vano, además, estamos en nuestro descanso —.se dispone a tomar de su cantimplora mientras que en otro miraba de pies a cabeza al pecoso, disgustado.
— Agradece que no eres de clase baja, ya te hubieran comido vivo aquí o te hubiéramos arrestado —.suelta una risa maliciosa. Oh, claro que era de clase baja pero Izuku es lo bastantemente listo como para crear una posición y cambiar su aroma por al menos unas horas.
