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𝑁𝑎𝑟𝑟𝑎𝑑𝑜𝑟 𝑂𝑚𝑖𝑠𝑐𝑖𝑒𝑛𝑡𝑒
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Dentro de la vivienda un pelinegro riega las plantas para no dejarlas morir, mientras que el bicolor saca el polvo del suelo. La situación no tiene una conversación para aliviar ese silencio tan deplorable e incómodo. Han pasado cinco días desde que cuidan el lugar.
Es verdad que el príncipe del sur está dispuesto a al menos alguna comunicación pero no era el caso para el beta, quien se mordía la lengua para controlar su vocabulario y no decirle mil groserías.
Todoroki toma un bocado de aire con la intención de hablar pero Hanta lo calla con un simple: "No quiero escucharte".
— Podría tener la capacidad de brindarme un poco de su información, para acabar con este ambiente tenso —.
— No es de mi agrado esparcir información personal con quien se me cruce —.
Nuevamente silencio, incomodando aún más al de clase alta. No significa que no le agrade un momento de paz pero lo que le causa rechazo es ver al beta tan tenso y con una mirada asesina cada vez que se cruza con él.
— ... Entonces... ¿Me concede la oportunidad de entregarle datos personales para que pueda confiar en mí y para apaciguar esta paz algo incómoda? — sus ojos heterocromáticos se conectan con los azabaches, creando otro espacio de mala leche.
El chasqueo emitido por Hanta y el ademán con su mano indicaron una respuesta afirmativa mezclado con indiferencia. Sin embargo, ya conocen como es el futuro rey del territorio sur.
— ... ¿Algún mosquito lo está molestando? — el rostro del beta demuestra confusión mientras observa al bicolor. — Su mano realizó un movimiento imprevisto hace unos segundos —.
— ¿Qué? Es un movimiento cualquiera, un lenguaje corporal para expresar o qué–se–yo — espera alguna respuesta de parte del príncipe pero seguía en la misma posición. — Cierto, como princeso que eres te enseñan otras cosas, además de ser un florerito de mesa¹* —.
El silencio reina nuevamente la tienda.
— ¿El cuerpo puede hablar? Eso explica lo de mi lado izquierdo — la palabra "lenguaje corporal" queda rondando por la mente del joven, provocando que nuestro ladronzuelo aguantara su risa con sus labios apretados.
El alfa alivia un poco la tensión en los dos presentes, contando sobre sus pocas aventuras y anécdotas que vive, pero nada interesante. Eso desconcierta al de ojos grandes debido a que en su mente, cuando se habla del príncipe Todoroki, proyecta al bicolor como un presumido e insoportable primogénito "perfecto" de la familia Todoroki. Jamás pensó que la gran parte de la vida del alfa es vivir como un ave presa en su jaula dentro de su gran palacio.
